Cierra la muralla
Un año más desfiló la Semana Santa y los seguidores de la Iglesia alternativa de George Best (ya saben, ´Invertí parte de mi dinero en alcohol y mujeres, el resto lo malgasté´) han oficiado en el Ferrera Park su particular orgía etílica (´botellón´, en expresión eufemística). Luego, si alguno queda convertido en estatua de sal, sus amorosos papás exigirán daños y perjuicios a la Administración por no haber anunciado la intervención divina. Si ya es censurable la organización de esta bárbara movida en la zona verde por excelencia de la villa, la imagen descorazonadora de guardias y sanitarios, apostados a extramuros, a la espera de recoger del campo de batalla las bajas del diente de la serpiente, aconseja poner punto y final a esta jornada de afirmación segregacionista. Entiendo que en esta decisión administrativa haya ciertos votos en juego, pero algún día tocará hacer verdadera política para la ciudadanía, pasando de crear a resolver los problemas de la gente. Hipocresía actualizada se llama la defensa pancartera de los ´ismos´ (ecologismo, feminismo, antirracismo...) desde la barrera y su ninguneo ya situados en el interior. Algún día tendréis que ´fijar posición´, según vuestra jerga, sobre este asunto. Personalmente me bastarían veinte minutos en el cafetón, en compañía de unas birras, sin alcohol naturalmente, no incurramos en el desliz de Ramón Espinar con la Coca-Cola, para convencer a todos los grupos políticos municipales de la necesidad perentoria de cerrar la muralla el Lunes de Pascua, y así nadie resultaría perjudicado en las urnas. Y ya que nos ponemos tan estupendos declarando lo obvio, que Avilés es una ciudad amiga de la infancia, porque no me imagino una política municipal en cualquier otro sentido, seamos sinceros, sumados los informes de la mala calidad del aire, y reconozcamos que nuestra relación con el medioambiente ha acabado en un Bustamante. ¿Llegará un año de estos la reconciliación?
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