Con mal estilo, poco respeto y peor educación
Así de claro, sin ambages ni tapujos, se podrían calificar la mayoría de los artículos que, bajo el seudónimo de Antonio Rico, publica LA NUEVA ESPAÑA en una columna titulada "En canal". La libertad de expresión no puede ser utilizada para justificar descalificaciones, insultos u ofensas dirigidas a personas o colectivos con los cuales no compartimos puntos de vista, criterios o creencias. La mofa y la befa son estilos zafios y ramplones que frecuentemente ocultan la falta de argumentos sólidos con los que se pretende combatir o criticar comportamientos, actitudes u opiniones contrarias a la propia, y dicen poco y mal de aquellos que, a falta de otros recursos, tienen que acudir a estos pobres y míseros métodos.
Es una lástima que LA NUEVA ESPAÑA, que dispone de muchos y buenos comentaristas, periodistas de los de verdad, no vulgares chafarderos, conceda y mantenga un espacio en sus páginas cuyo contenido parece estar fuera del más elemental código deontológico de cualquier buen informador o comunicador, y, según mi modesta opinión, como lector asiduo de este diario, de lo que parece ser su propia línea editorial.
Las críticas ofensivas e irreverentes que atentan de forma flagrante contra el primordial respeto y consideración que debemos a los demás no deberían nunca justificarse ni ampararse en las libertades que consagra una democracia, ni en la apertura y pluralismo que conlleva, y, por tal motivo, no deberían ser acogidas por ningún medio de comunicación serio y riguroso. No se trata de privar a nadie de manifestar libremente sus opiniones, sino de pedir que lo haga dentro de los límites y la moderación que exige el debido respeto. Estas cosas que ya tienen su propio espacio en otros medios específicos, dirigidos a un público muy concreto, tienen su razón de ser precisamente en ello.
A Dios gracias, en este diverso y complejo mundo en el que vivimos hay un lugar para todo y para todos. Pero, sin género de duda, cada cosa tiene que estar en su sitio. Lo contrario sería anómalo y discrepante, y, por tanto, fuera de lugar.
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