Chavismos
El tejido golfo y corrupto del partido del gobierno arroja una información lateral de las que a mí me gustan. Si uno es capaz de elevarse por encima de la perspectiva del fanatizado o engañado consumidor de información no hace falta ser un lince para ver claro que los administradores de lo público han creado durante años un ecosistema al gusto de los medradores, en el que poder acorralar y abatir a todo lo que huela a público para beneficio particular. Hablo de España, tranquilos.
Hoy toca la posible implicación de un corrupto hispano, parte de una trama de trinque habitual con las alineaciones de siempre: hermanos, cónyuges, presidentes de entidades, concejalillos en general... resulta que alguno de los tentáculos se enrosca en Venezuela, y vuelven a aparecer vocablos familiares: comisiones, investigar, ilegal...
Del choriceo tradicional nada que añadir, yo soy un convencido de que este clan vino a imponer una red de saqueo por las buenas o por las malas, sólo me resta saber el tamaño del artefacto y las posibilidades legales de, al menos, exponerles al escarnio público. Lo que me llama es eso de Venezuela, ese estado fuente de todo mal, en donde convierten a los niños en azúcar que luego racionan y cosas así. Parece que a algunos de nuestros administradores, para meter la mano en la caja, no les da tanta alergia el estalinismo pro nazi de la eta negadora de los derechos humanos. Cosas que pasan.
He estado en Venezuela algunas veces, creo recordar que todas antes del chavismo, y lo que me pareció detectar, más allá de mucho bueno, fue un elevado nivel de inseguridad, corrupción, desigualdades y telenovelas. Quiero decir que este folclórico régimen de ahora no ha añadido nada al paisaje, así de mediocres deben de ser, los del régimen, aclaro. Sin embargo todos los demócratas decentes de este país se han apuntado sin sonrojo a montar este recurrente caballo de batalla de que en el país caribeño se ha inventado hasta la mosca de la siesta, de manera que ahora vivimos en un sinvivir, angustiados por lo que les pasa a nuestros hermanos allende el mar, sin azúcar ni yates para todos, ahora... porque los de antes cambiaban de descapotable en cuanto se les llenaba el cenicero.
Han desfilado por nuestras pantallas y sus aeropuertos toda suerte de candidatos, expresidentes, periodistas paniaguados y otras hierbas, particularmente fervorosos en campaña electoral, para instilar la cosa de que allí se comen a los cuñados y piden postre. Entre esos desinteresados instigadores se cuenta la cúpula de un partido que tiene los juzgados saturados de causas indecentes. Aquí, en España. No doy un chavo por el chavismo, no se confundan, pero tiendo a desconfiar de los caramelos que me dan los desconocidos en la puerta del colegio.
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