Sin ESO, ¿qué nos queda?
Dicen que aquel juez de Granada les decía a los menores que comparecían ante él: «Vas a acabar la EGB por lo civil o por lo penal, pero la acabas». Alguien debería concienciar sobre la importancia de acabar una ESO de esfuerzo y mérito. No se trata de estigmatizar a nadie con un suspenso, sino de abrirles otros caminos civilizados, o incluso penosos, compatibilizando alguna actividad que motive a los estudios para acabar la ESO bien. Lo que no se puede es pasar de lo que convenga para que el problema no exista oficialmente.
No es cuestión de trabajo, es cuestión de vivir: ser y estar. No es cuestión de trabajo porque en pocos años estaremos todos muy ocupados en cualquier cosa menos en el trabajo tal y como se entiende hoy en día. La Inteligencia Artificial (IA) se encargará de ello. Lo ha dicho el presidente del Banco Mundial (BM): «Muchos trabajos van a desaparecer muy, muy rápido», dijo Jim Yong Kim hace dos días. O estamos bien educados y formados para llevar al mundo a una situación diametralmente distinta a esa diatriba ideológica tan al uso actual en nuestra política diaria o las ocupaciones más abundantes en el futuro serán de un tipo en que alguien se sentirá violentado: o como víctima o como verdugo. No sé en qué está pensando la sociedad o sus gobernantes, no sé en qué piensan las gentes que se dicen estamento de las universidades cuando la IA avanza para superarles. No importa dónde miremos, siempre topamos el principio de Peter: todo el mundo tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia y, entonces, satisfechos muestran orgullosos sus símbolos estamentales. La sólida gravedad de ciertos líderes nos hunde sin que nadie muestre el torrente líquido de flujo social que se avecina. No se puede enseñar sólo a hacer preguntas de respuesta marcada por extensos temarios oficiales y científicos sin ningún tipo de principio de incertidumbre o nivel de altura.
Dejemos lo imposible, hablemos de otro imposible. La actividad ocupacional de las personas será cada vez más importante. Pues aunque trabajo no habrá, las personas siempre estarán ocupadas. La importancia estriba en que las ocupaciones encumbren a la sociedad y no la hundan. Europa nos ha descrito ocho niveles ocupacionales (del 1 al 8) en el Marco Europeo de Cualificaciones EQF. El nivel 0 (no contemplado) será para aquel que no quiera ocuparse de nada, y que efectivamente no se ocupe de nada y no sea un incordio. Digamos que le adjudicamos para ello una Renta Básica Universal que le mantendrá en el umbral de la pobreza sin caer en ella. ¡Qué no haga nada, por Dios! Será la única condición que le impongamos, no vaya a ser que la pifie. El resto de las personas ocupadas (en alguno de los niveles del 1 al 8), una vez que acrediten tal ocupación por formación y por competencia realizándola durante un mínimo de 880 días ocupacionales (220 en formación dual y 660 con plena autonomía acreditada por entidades emprendedoras e instituciones), podrán acceder a un suplemento o renta del Estado o salario ciudadano, tanto durante como después de que la hayan realizado (50% del salario mínimo reconocido para tal ocupación). Obviamente la RBU incondicional la recibirá todo el mundo siempre.
Tenemos que enfrentar el futuro de la IA con motivación vocacional y esfuerzo; con cooperación e imaginación. Pero veo que lo de la ESO no va por buen camino, aunque nos lo avise un juez de Granada o el presidente del BM.
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