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La respuesta evasiva del presidente del Parlamento asturiano

9 de Mayo del 2017 - Alberto Busto García (Avilés)

¿Nunca han hablado con un político? Yo he tenido la ¿suerte? de poder entablar más de una conversación con algunos, pero creo que ninguna supera a la que mantuve con el presidente del Parlamento asturiano hace menos de un mes, cuyo nombre, que supongo que ustedes conocerán, prefiero omitir.

Todo comenzó con una interesante excursión escolar en la que recorreríamos los lugares más emblemáticos de Oviedo y tendríamos la ocasión de visitar la magnífica Junta General del Principado de Asturias, que nunca había visitado y tenía mucho interés en conocer. Además, como siempre hacía, el mismísimo presidente del Parlamento respondería a nuestras preguntas. No sólo me atraía de la visita la posibilidad de recorrer el corazón de Oviedo, sino la de poder preguntar lo que se me antojase a un político tan importante en el ámbito asturiano.

Cuando por fin nuestro autobús nos dejó frente al edificio principal, la Junta General, accedimos al recinto y una amable guía nos mostró el interior y nos contó qué se llevaba a cabo allí. Tuvimos la ocasión de presenciar una obra recién restaurada, el cuadro "Lagar", de Mariano Moré. Tras conocer todas las estancias, nos desplazamos al sótano del edificio, donde accedimos al hemiciclo. Los estudiantes tomamos asiento en el Parlamento; yo, en el escaño del presidente del Principado, Javier Fernández. Fue entonces cuando apareció el señor presidente del Parlamento y nos invitó a hacerle las preguntas que nos interesaran. Yo era consciente de que debía tener un "plan B" si le poníamos en un aprieto. No me equivocaba: en este caso era hablar mucho para no decir nada.

Fui el primero en preguntarle. "¿Qué opina sobre el modelo territorial actual de Asturias? ¿No cree que hay demasiados concejos?", inquirí. Fue un craso error por mi parte comenzar con preguntas tan comprometedoras desde el principio, pues si hubiera empezado con cuestiones más sencillas, probablemente se hubiera relajado y no hubiera respondido de manera robótica y evasiva. La respuesta que me dio fue que en otras comunidades autónomas el problema era mayor. También preguntó a mi grupo, para distraernos, si sabíamos cuáles eran los concejos más y menos poblados de Asturias (Gijón y Yernes y Tameza, respectivamente). Cuando insistí, preguntándole si algún miembro de su partido había hecho alguna vez alguna propuesta relacionada con el asunto, masculló un "sí" sin entrar en detalles, usando el típico: "Es lo que te dije antes", y contando otra vez el problema de las demás comunidades, concretamente Cantabria y Castilla y León.

Tras otras preguntas formuladas que no mencionaré en esta carta para no extenderme demasiado, finalmente le pregunté qué opinaba de Felipe González, y si le parecía correcto que un miembro de su partido con tal poder adquisitivo poseyese tal influencia, así como su opinión sobre la gerontocracia del Partido Socialista. Como respuesta, nos relató a todos los estudiantes allí presentes su experiencia de joven cuando conoció a Felipe González, y nos contó lo importante que había sido, sin entrar en detalles sobre su papel en la actualidad. Luego me respondió que era normal que tuviese tal "influencia", como yo había dicho, un líder que fue tan relevante. Todo en pasado. Luego añadió que eso no era ningún inconveniente, porque "en las primarias que se van a celebrar, su voto vale lo mismo que el mío y el resto". Algo obvio, pues de lo contrario el Partido Socialista no sería democrático. Al recibir aquella respuesta, sentí como si el señor presidente nos estuviera tomando por idiotas a mí y al resto de mi grupo.

Finalmente, cuando nadie deseó hacerle más preguntas, algo completamente normal dado el hartazgo general por las réplicas del presidente del Parlamento, éste nos preguntó cuántos de nosotros teníamos pensado estudiar Formación Profesional. Al ver sólo una mano alzada, se quedó atónito y esta vez inquirió si el resto teníamos pensado realizar estudios universitarios. Tras formular esta pregunta retórica, nos animó, ante el asombro de las dos docentes que allí se encontraban, a que estudiásemos Formación Profesional. A medio Parlamento se nos quedó los ojos como platos ante estas palabras. Instarnos a realizar unos estudios por debajo de nuestras expectativas y, además, citar concretamente la Formación Profesional (que, por cierto, en España está totalmente infravalorada) como un repartidor de propaganda no me pareció nada apropiado. Sinceramente, yo hubiese animado a todos los alumnos a realizar los estudios que se propusieran, sin destacar ningún tipo en concreto.

En ese momento, una de las profesoras intervino y aseguró que todos los que estábamos allí podíamos ser excelentes médicos, científicos, profesores y todo lo que deseáramos. El señor presidente no intervino más veces y se fue con el pretexto de tener que presentar el "Lagar" de Moré, no sin antes acercarse a mi escaño y elogiar mi "espíritu crítico" y asegurarme que cuando fuera más mayo, comprendería mejor todo acerca de Felipe González y el resto de preguntas. Mi réplica fue simplemente "gracias". Y si por casualidad usted lee esta carta, señor presidente, déjeme decirle que las nuevas generaciones lucharemos por nuestras ambiciones.

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