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En defensa de Antonio Rico y el discrepante en general

30 de Abril del 2017 - José Viñas García (Oviedo)

Las personas son así, se sienten molestas e incluso muy dañadas en su fuero interno, llevadas por creencias e ideologías cargadas de prejuicios y moralinas personales. Es más, se llegan a apropiar de sentimientos generales también, mezclando y confundiendo con sus pensamientos y sueños particulares.

Cuando alguien se querella contra un humorista por decir que la cruz del Valle de los Caídos le parece una mierda y todo el monumento es una apología al fascismo, ¿qué defiende este señor?, ¿a los católicos que se ven insultados?, o acaso no es una manera cortita de interpretarlo todo, sin reparar en qué contexto se dice, que no todas las cruces son lo que parecen, por ejemplo.

Yo tengo dos cruces usadas de tendedero, unidas con dos cuerdas. ¿Puede alguien querellarse contra mí por usar dos palos en forma de cruz para tender ropa? ¡Bueno!, no faltarán majaderos que sí lo pensarían. Esas, aunque cruces, no tienen simbología ninguna con Dios. Como tampoco lo tiene ese armatoste inmenso del Valle de los Caídos. ¿Estará Jesús de acuerdo en que se le represente en semejante monumento construido con sangre, muerte y represalia?

Rico tiene todo el derecho a decir su parecer. Además, lo hace muy bien. Es mi columna preferida. Siempre aprendo de él. Sus argumentos están cargados de reflexión, sensatez, ironía y sabiduría. Por supuesto que ustedes también tienen el derecho a pensar diferente, pero se contradicen cuando dicen que se esconde bajo un seudónimo para escribir, al mismo tiempo que ustedes, bajo un cucurucho, esconden cabeza, ojos y boca para pasear santos por las calles.

Todo el jaleo viene porque este periodista hace una reflexión sin demasiada profundidad, ya que no la tiene, sobre las parafernalias y espectáculos de las cofradías de Semana Santa. Ustedes dirán lo que quieran, pero de recogimiento, dolor y representación de la muerte de Jesús tiene poco. Como siempre, respeto absoluto para quien cree de verdad sin necesidad de dirigir su pecado capital de ira contra quienes no creen o ponen distancia sobre espectáculos que solo representan jolgorios y una manera de interpretar para sí mismos la religión de todos. ¡Sí, de todos! ¿O se creen que ese Dios es solo suyo, e incluso esos santos a los que dan paseos enmascarados. ¿No les gustaría verlos a cara descubierta y rezándoles cómo más íntimo, sin airearlo todo, haciéndoles partícipes de un circo que seguro que ellos en vida jamás hubieran querido para sí?

La presidenta de la Asociación de Viudas de Lugo se querella contra un concejal de Cultura de La Coruña por ilustrar para Carnaval unos carteles donde aparece el Papa en móvil de cartón con una copa de vino en la mano. Dice esta buena señora que por herir sus sentimientos religiosos. Aquí ya no es culpa de esta señora, si no tiene otra cosa más importante a qué dedicarse. Es el juez que admitió a trámite semejante denuncia.

Resumiendo: los creyentes no debieran sentirse ofendidos jamás. Elevemos nuestra alma al cielo, hacia Dios, y así la ofensa no nos alcanzará, ya que corremos el riesgo de convertirla en pecado capital en forma de orgullo e ira.

No me sean tan orgullosos y sentimentales en un tema de tanta oscuridad intelectual, donde caben pareceres diferentes sin que nadie pueda rebatir las discrepancias de otros sin acudir a su propia fe, sus dogmas. Pues aplíquenlos, sean felices y dejen a los demás ser ellos mismos. Dios existe, pues él se hará cargo de quienes incumplan sus mandatos. No me sean ustedes verdugos de sus propias miserias.

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