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En defensa del Impuesto de Sucesiones

6 de Mayo del 2017 - Manuel González del Valle y Álvarez (Sama de Langreo)

Llama sospechosamente la atención la insistente campaña en contra del Impuesto de Sucesiones. Algunos ilustres opinantes se atreven a decir que estamos ante un atraco contributivo. Si substituimos el adverbio sospechosamente por el calificativo sospechoso, hemos de referirnos, entre otros muchos colectivos. a una buena parte de la clase política. Me explico:

Quienes, gracias a su presunto buen hacer. Pero también gracias a la suerte, al amiguismo y a que las circunstancias sociales les son propicias, consiguen aumentar de manera substancial su fortuna, son deudores de esas circunstancias sociales. Sin esas circunstancias, no serían nada; y nada podrían ser, porque, muchos de ellos, profesionalmente nunca fueron gran cosa. No digamos ya si esas circunstancias están vinculadas a la facilidad de amasar riqueza gracias al pontificado político que muchos, y algunas, ejercen.

El Impuesto de Sucesiones es probablemente el único impuesto que de ninguna manera se ha de eliminar. Más bien debiera ser modificado al alza.

Puesto que, como todos sabemos, no es fácil enriquecerse así por las buenas, parece justo que el testador haya de renunciar a una parte de su fortuna en favor de la sociedad que le ha facilitado su enriquecimiento.

Para que se me entienda mejor: son muy diversas las maneras de hacer dinero; pero aquí en España se llenan muchas billeteras con negocios que en la República Democrática del Congo, cito este país por citar alguno, no tendrían gran futuro. Así pues, no estaría de más que una parte de ese patrimonio retornase en beneficio del país que lo ha facilitado.

Otrosí: un profesional que logra fortuna gracias a su trabajo, pero también gracias a que su formación se la hemos costeado todos, por cierto, gracias a los denostados impuestos, está moralmente obligado a devolver algo a la sociedad que le ha facilitado ese estatus.

Otrosí: quienes viven y se enriquecen a costa de los presupuestos, por su cara bonita, cuando lo único que saben hacer es lucir palmito, decir tonterías y acercar su careto ante los medios audiovisuales, deberían dar ejemplo renunciando a que sus herederos se enriquezcan también con tanta facilidad.

Digo yo que, ya puestos, podríamos manifestarnos más o menos pacíficamente para exigir que se eliminen otras cargas tales como las cotizaciones a la Seguridad Social, el IRPF, el de Sociedades, el IVA, los gravámenes sobre bebidas alcohólicas, los del tabaco, las tasas municipales y... ¿por qué no?... todo. Pero ¡hombre! a nuestras clases acomodadas, si no quieren que se les vea el plumero, hay que recordarles de una vez por todas que el dinero no nacé en los árboles, como las manzanas; y que si queremos seguir disfrutando de servicios públicos tales como alumbrado y limpieza de nuestros pueblos y ciudades, carreteras y autopistas en buen estado, educación, formación profesional y universitaria, atención médica, sanidad con pruebas diagnósticas e intervenciones quirúrgicas costosísimas, todo gratis total; prestaciones sociales, subvenciones hasta para cambiar de coche, ayudas para cuando las vacas flacas hacen acto de presencia en negocios que antes fueron prósperos, socorro ante todo tipo de calamidades, etcétera, etcétera, etcétera, como si la administración pública fuese una compañía aseguradora gratuita, hay que apoquinar.

Se podría rebatir cuanto queda expuesto con que nuestros padres y abuelos ahorran para sus hijos y para sus nietos, no para los políticos; pero eso, que se está leyendo y escuchando estos días, no es más que demagogia muy simplona y barata. Los impuestos no son para los políticos, sino para la sociedad en su conjunto, de la que, por cierto, los herederos también forman parte. Otra cosa es que en vez de votar a políticos votemos a ladrones; pero eso nos llevaría a otro discurso que no es el que estamos considerando y, si lo queremos considerar, podríamos resumir el asunto recomendando votar con la cabeza y no con las vísceras.

Ya para terminar: ¿por qué la señora Fernández tendrá tanta prisa para cargarse el impuesto al que nos estamos refiriendo?

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