El último viaje político del Papa
En honor a la verdad hay que decir que desde su elección, el 13 de marzo de 2013, Francisco, no ha dejado de sorprender a fieles y escépticos por sus palabras, gestos y viajes, que han cambiado al menos de cara al exterior, la imagen del Papa y la han hecho más cercana al pueblo y más creíble.
El viernes y sábado pasados, el papa Francisco visitó Egipto. Y lo hizo a pecho descubierto, sin coche blindado, demostrando no tener miedo. Sería una gran incoherencia que un mensajero de la paz no lo hiciese así. El lunes siguiente se publicó un videomensaje en el que, entre otras cosas, afirmó sentirse muy feliz al viajar "como amigo, como mensajero de paz y como peregrino al país que, hace más de dos mil años, dio refugio y hospitalidad a la Sagrada Familia que huía de las amenazas del rey Herodes"... El drama de los inmigrantes en primera plana.
, Un triple significado que este viaje ha tenido: pastoral, por el encuentro con la comunidad católica local; ecuménico, por las reuniones con los cristianos coptos, a los que llevó una palabra de pésame por los recientes atentados; e interreligioso, por el contacto con los líderes musulmanes.
Pero, evidentemente, ha sido un viaje político, en el puro sentido del término, consciente el Papa de que nuestro mundo "tiene necesidad de paz, de amor, y de misericordia; precisa de constructores de diálogo, de hermandad, de justicia y de humanidad". Mejor no se podía expresar. Aunque lograrlo no solo depende de él.
De lo que no cabe duda es que sí está poniendo todo de su parte para conseguir esa paz que tanto necesita el mundo.
Así es el Papa Francisco, el hombre tranquilo que está cambiando ciertos pilares de la Iglesia.
Si sirve de algo, vaya por delante nuestra modesta opinión: "No se aprende a ser Papa, Francisco, lo es".
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