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Ayer me acosté con la realidad y hoy me despierto preocupado

9 de Enero del 2010 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Se podría pensar que este viejo espíritu beat ha alcanzado su máximo nivel de incompetencia y se ha vuelto un carca. Pues eso deberá ser, porque ningún joven rebelde llega a hacerse viejo (unos acaban decapitados y otros crucificados).

Lo cierto es que si te haces mayor adquieres casi perspectiva histórica. No por la edad, y mucho menos, por la acomodada vida de superviviente, sino porque quizás hayas podido llegar a leer (aunque sólo sea por arriba) el breve Estudio de la Historia. (Del otro, del no tan breve, ni te cuento). La verdad es que quisiera que Arnold J. Toynbee estuviera aún con nosotros para poder orientarnos sobre la actual situación y pudiera advertirnos sobre las mareas de la Historia. Pero vamos a tener que aclararnos sin él, y también, sin un Elías Canetti que nos diga si todo esto es un dejà vu de lo explicado en su Masa y poder. Es precisamente a causa de ellos (y de Hannah Arendt) que hoy me levanto preocupado por como nos enfrentamos al futuro desde nuestra banalidad.

Preocupado estoy desde aquel 11-09-2001 en que en directo, atónito y de pie ante la televisión, vi como la realidad que se hundía hecha cenizas ante mis ojos. Me di cuenta entonces que la filosofía de la Historia acababa irrumpir en nuestras vidas y que ya nada iba a ser igual, ni tan simple, que los flujos y reflujos de su marea se habían manifestado. Que deberíamos esforzarnos en mantenernos unidos y en huir de los oportunismos. Pero aquí seguimos con nuestros oportunos asuntos, dispuestos a manipular a las masas como auténticos brujos (muy distinto del guiar a las personas hacia su Historia como auténticos líderes). La crisis económica actual era absolutamente previsible desde hace décadas y esta motivada por despreocuparnos del valor real y del poco valor-añadido que con nuestro trabajo damos a nuestros consumos; pero, sobre todo, al no preocuparnos por nuestra descendencia y su preparación humana y profesional (time binding). Los jóvenes se atolondran de fin de semana en fin de semana mientras van respirando bocanadas de contactos en la red para resistir la inmersión diaria en la esclava vida de un trabajo de prestado (eso si lo tienen) en una empresa que ya no es ni de su jefe. Cuando se emerge de esas profundidades ya sólo se espera el abrigo seguro de las consignas, y el consuelo del grupo confiando más en el todo va bien pero aún lo vamos a mejorar que en el esto es un desastre. Así, colocados en el rincón donde convergen todos sus datos, siguen escuchando a los brujos que piensan: si sublimamos los problemas en un escándalo (culpando al otro) y generamos la apropiada consigna: entonces la consigna existe y podremos ocultar el problema tras ella para dejarlo sin resolver y aprovechar su existencia. Consignas que triunfan como si de mantras se tratara, confundiendo el autentico pensamiento y liberación con ellas. Todo es de imitación en el mercadeo expuesto sobre la manta. Así, provistos de consignas, avanzamos por las calles de un aquí y ahora abrazados a los medios de comunicación que poseemos y nos poseen. Es éste, un aquí y ahora donde los otros (que Júpiter nunca haga que se pueda encontrar algo bueno en ellos) son los culpables de las desgracias y las penurias. Porque los eslóganes de mi grupo, mi fuerza y mi seguridad; ni se pueden obviar, ni se ponen en entredicho.

Sin embargo, debemos vislumbrar un allá y después, donde los otros sean la replica a observar, la libertad a dar y la realidad a mejorar.

El caso es que ayer (31-12-2009) mis hijos me han dicho que aprueban el aborto porque el otro, el feto: ni es, ni tiene derechos. (Holocausto de los inocentes para procurar el favor de los dioses hedonistas y ahuyentar a los endemoniados: compromiso, esfuerzo, y sacrificio proyectado al futuro, confiando realmente en el tiempo). Me da a mí que entre los jóvenes occidentales se están estableciendo valores que no son muy firmes: falta la filosofía (y eso que Gustavo Bueno se esfuerza). Tampoco hay valores apropiados en esos jóvenes islamistas violentos y suicidas.

Me preocupo por tanto, y me pregunto: ¿qué resultará de todo esto?

Aunque aún no he podido encontrarlo para hacer el esfuerzo de leerlo (la pila de libros de mi mesita de noche atestigua que ya no leo lo que leía y que mis deseos se apilan), prometo leer Elige la vida, donde se relatan las conversaciones de Arnold J. Toynbee con Daisaku Ikeda (promesa de año nuevo). Bueno, siempre quedará la esperanza de que los jóvenes lleguen a leer lo más conveniente para ellos. Porque la Historia seguirá pasando sin importarle, ni poco ni mucho, quienes sean ellos y sus pensamientos (esos minúsculos aleteos de una mariposa en Pekín); pero, con el aliento de sus jóvenes alas, ellos pueden desencadenar, en un allá y después, todo un huracán para, sino cambiarla, tal vez relajarla. Por tanto...

FELIZ AÑO QUE EMPIEZA.

http://elescribidorquetenia.blogspot.com/

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