Hunosa, 50 años

10 de Mayo del 2017 - Ricardo Luis Arias (Aller)

En 1967, el Gobierno de entonces decidió crear una empresa nacional, integrada por aquellas otras empresas mineras asturianas que necesitaban mejorar o modernizar sus instalaciones, anticuadas y obsoletas, para una mejor y más económica extracción del carbón. Y así, por medio de una acción concertada, nació Hunosa, que en las cuencas del Caudal y el Nalón tenía las entidades hulleras más importantes. En un principio, al parecer, se pensó en insuflar a cada empresa el dinero que necesitaba para su modernización y cambio, pero fue descartado ante el temor de que el dinero no fuera debidamente administrado, o bien se evaporara ilegalmente. Y entonces se decidió crear la empresa estatal Hulleras del Norte, S. A., Hunosa.

Que ya, desde un principio, fue un derroche, una mala administración y una verdadera evaporación de dinero, por millones, y no en las instalaciones mineras, sino en despachos y oficinas lujosas, en la sede de la nueva empresa, que se situó en Oviedo, centralización que fue un grave error y de un coste millonario. Allí, lujo por todas partes, mobiliario costosísimo, despachos ministeriales, moqueta y alfombras no menos costosísimas. Un amigo nos enseñó fotocopia de la factura de una alfombra que valía o importó la friolera de 250.000 pesetas. Y es que los altos mandos se montaron a lo grande y que, por lo general, no procedían de las empresas integradas. Otro tanto vino a ocurrir en las zonas en las que otros mandos vinieron a postergar y pasar por encima de técnicos y administrativos mejores y con más experiencia que ellos.

Esto, el despilfarro y cuanto más ocurrió entonces, disparatadamente, como gastos millonarios superfluos, viajes, coches oficiales, elevadas facturas de hoteles, comidas o lo grande, cuchipandas, etcétera, crearon un justificado malestar en el personal de la empresa, sobre todo en el que saca el carbón y se la juega a diario en la noche perpetua de la mina. Que era el primero que había que atender, sobre todo en materia de seguridad en evitación de riesgos y accidentes, tan frecuentes entonces. Y de esa noche de la mina, alguien con un gran sentido del humor, no exento de cabreo, bautizó la sede central de Hunosa en Oviedo como el Pozo Moqueta.

Hunosa, hoy, 50 años después, con austeridad y con mandos mejores y más responsables y el respaldo de los sindicatos y partidos políticos, lucha por su supervivencia, por su carbón, por sus Cuencas, por sus mineros y familias, porque el Gobierno trata de dar cerrojazo a la industria minera asturiana. ¿Haría esto mismo, por ejemplo, en Cataluña y su sedicioso Gobierno? No. Y el cuestionado Rajoy les seguiría dando millones sin tasa, en detrimento de las demás comunidades. Nada, señores, que hay que ir pensando en resucitar a Pelayo.

Ricardo Luis Arias, Aller

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