Eurovisivo karma
La fiebre eurovisiva la viví tan solo en mi época de EGB, cuando no había muchos canales entre los que escoger y la noche del festival era una de las pocas noches del año en que tus padres te permitían ir a la cama más tarde. Después vino la desconexión total, si exceptuamos los casos de Rosa, por aquello de la popularidad que alcanzó Operación Triunfo, y la "trolleada" de Chiquilicuatre. Pero este año no he podido huir de la resaca eurovisiva, con multitud de twitts, memes ingeniosos, comentarios en foros y redes sociales... Y aunque desconozco la forma de selección del chaval que envió España, muchos se ensañan aún más con él porque por lo visto, hubo tongo.
Es como si el gallo y la, por lo visto merecidísima última posición, cumplieran una función de justicia universal, divina o karma, como lo quieran llamar. Y eso para muchos es un alivio. En un mundo esencialmente injusto, en el que se condena a twitteros mientras los corruptos se escurren de las garras de la justicia, donde los autónomos deben pagar aunque ese mes no lleguen a facturar un SMI, mientras las grandes empresas evaden impuestos gracias a una sofisticada ingeniería fiscal; no debe de extrañarnos que la gente se aferre al concepto de karma para apaciguar su indignación. Dejar de votar a corruptos o tomar responsabilidad de nuestras acciones, de lo que consumimos, de como tratamos a los demás, podría ser más eficiente, pero también nos haría más responsables del resultado. Sí, casi mejor, se lo dejamos al karma.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo