Comentarios sobre el libro "Asturias región agropolitana"
No es mi intención el compararme con Jaime Izquierdo, no tengo sus conocimientos sobre el tema ni su destreza al expresarlos, son los muchos pueblos y sus habitantes que he conocido en los últimos años, debido a mi ocupación y aficiones, y la tristeza que con él comparto de ver su abandono lo que me lleva a escribir este comentario.
Coincido con Jaime en mucho del análisis que hace respecto a la evolución del medio rural asturiano y sus causas y no dejando de compartir alguna de sus propuestas de solución, difiero en cuanto al marco o dirección en que propone que deben orientarse las actuaciones de las administraciones y de la sociedad en general para corregir o paliar los efectos a los que conduce el rumbo que dicho medio esta tomando.
Mucho que decir en poco espacio, pero en aras a la simplificación permítaseme una serie de ideas enlazadas.
El campesino asturiano como todo ser humano en su búsqueda de la supervivencia y bienestar se adapta a las circunstancias tecnológicas y sociales del momento, que van definiendo el modelo productivo y como consecuencia configurando el paisaje.
La denominada, para entendernos, sociedad agraria tradicional sin ser un modelo estático, tuvo una lenta evolución hasta mediados del pasado siglo (siendo entre otros aspectos, su autarquía la que obligaba a su ecologismo) En ese momento y sobre todo en los últimos años, los cambios tecnológicos y sociales llevaron a la especialización y capitalización de la economía agraria en la mencionada lógica de la supervivencia.
La industrialización del entorno geográfico, la evolución del mercado y la no adecuación de las estructuras productivas del campo, son entre otros factores, los que han conducido al éxodo de los habitantes de los pueblos.
Estas circunstancias debido al acelerado ritmo a que se están produciendo, conduce entre otros efectos (y esto no es una constatación teórica sino notoria a todo aquel que actualmente lo quiera comprobar) en una gran parte del territorio a la degradación y deterioro del paisaje y a que se establezcan las circunstancias que pueden traer en un futuro graves desastres medioambientales (incendios, erosión, perdida de biodiversidad etc.).
Si bien algunas de las soluciones que en el libro se proponen son interesantes, en mi opinión estas no pueden venir (lamentablemente o no) de rescatar los valores la sociedad agraria tradicional, si bien sería importante no dejar perder el enorme bagaje de técnicas y organización con que esta supo adaptarse al medio, sino de la adecuación de las nuevas tecnologías y realidad social, protegiendo los valores ecológicos y del paisaje y corrigiendo en lo posible su deriva a fin de minimizar los aludidos peligros potenciales, disponiendo la administración de mecanismos de actuación para ello.
(Nota.- las imágenes de pueblos que en el libro se ponen como modelo de adaptación del medio rural pertenecen a pueblos que han realizado la Concentración Parcelaria)
La detección de los problemas y propuesta de actuaciones debería partir de todos los agentes implicados y no limitarse a justificar políticas definidas desde organismos centralizados (que muchas veces solo han consistido en derroche de dinero público y producido la parálisis del campesino y/o ganadero), existiendo un amplio margen para, entre todos, adecuar las actuaciones a la realidad (siendo interesante en este sentido el modelo de participación planteado en los planes forestales comarcales), teniendo cada comarca e incluso cada pueblo su especificidad.
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