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Veintitrés años de infamia

11 de Junio del 2017 - Pelayo Álvarez (Madrid)

Leo con estupor el artículo de opinión publicado el miércoles en estas líneas "¡Fernández, quédate!" por un supuesto socio del Real Sporting. Me cuesta una infinidad creer que un sportinguista pueda soltar un discurso tan mediocre para defender la nefasta gestión a través de los casi 23 años que lleva la familia Fernández como máxima accionista de nuestro club. Porque el club, aunque le pese a lacayos como el señor Losada, no es una empresa de los Fernández, es un equipo de fútbol que aglutina la pasión y el amor por él de centenares de miles de sportinguistas, no sólo de Gijón, sino del resto de Asturias y esparcido también por España y todo el mundo. Somos nosotros los que formamos el club, los que nos dejamos el dinero y el tiempo en viajar de aquí para allá para alentar al equipo, y no la familia a la que el Ayuntamiento de Gijón a través de Vicente Areces le otorgó la propiedad discrecionalmente.

No puedo dejar de detenerme en una idea recurrente en las rondas de entrevistas que hace Javier Fernández. Habla de la situación al entrar, de la deuda o incluso "la ruina" que "nos encontramos", poniéndose medallas en el cambio de la situación. Las RUINAS, sí, en mayúsculas y en plural, fue provocada por la manifiesta y continuada negligencia de su propio padre, José Fernández. Visto lo visto, no está de más recordar que el único mérito de Javier Fernández para estar donde está es ser su hijo. El entorno de consejeros, ayudantes y gente en definitiva que pulula en torno al Sporting sigue siendo el mismo, por mucho que varíen los nombres, sobre todo en el caso de la presidencia. Mismo perro con distinto collar. Respecto a la mano de "Javierín" hay que volver a explicarle a él y a la masa que puebla El Molinón cada dos semanas varias cosas. Sólo los 82 puntos de un equipo sin fichajes y en menor medida, en mucha menor medida, un gol del Lugo en el descuento salvó al equipo de la desaparición, hecho confirmado por el propio máximo accionista. Es decir, sólo se consiguió el éxito en la única temporada que los dirigentes no pudieron hacer nada. La realidad es testaruda, y el que no lo vea tiene una venda en el ojo bien sujeta por sí mismo. Este club funciona mejor desgobernado que malgobernado por la familia Fernández.

Señor socio de plata, ¿usted se acuerda de la famosa cámara oculta de 2003? ¿Siquiera supo de su existencia? Esa gentuza, Fernández y palmeros, no podía haber continuado ni un día más representando al Real Sporting. Si no sabe de qué le hablo, le informo: un reportero de la televisión valenciana Canal 9 simuló ser un inversor interesado en el club en el que se ve a las claras cómo se vanaglorian de amañar partidos comprando a jugadores rivales y que los propietarios y allegados sólo querían al Sporting como medio para enriquecerse ilícitamente en base a mangoneos varios como comisiones de fichajes o trato de favor en sus negocios. Esa es la mafia que usted apoya y defiende. Tipos que llevan décadas ensuciando el nombre del Real Sporting de Gijón.

Y si esto le parece poco, proseguiré: no sólo estos propietarios han dejado al borde de la desaparición al club en 2015, en el que un ascenso sin pagar a la plantilla salvó al club, sino que los mismos estuvieron a punto de lograrlo en 2005. Esa situación desembocó en un concurso de acreedores que la propaganda se encargó de denominarlo "modélico" y que no fue otra más de las mentiras de la familia Fernández, con una deuda paralela incluso superior a la primera.

Veintitrés, sí, veintitrés equipos han jugado competición europea desde que José Fernández es máximo accionista. Ninguno es el Sporting, porque no hemos estado ni de lejos cerca. Debe de ser difícil no lograr lo mismo que Getafe, Villarreal, Osasuna, Tenerife, Racing, Mallorca... Hasta trece de ellos vivieron semifinales europeas, o incluso el Recreativo llegó a una final de Copa.

El que sistemáticamente coloca a inútiles es sin duda el más inútil de todos, y así ha ocurrido constantemente con José Fernández primero y Javier Fernández después. El director deportivo, el director de comunicación y el director de la Fundación son inútiles como así atestiguan sus anteriores empleadores, pero un mediocre sólo puede contratar a mediocres.

En el colmo de la desfachatez hasta le echa las culpas a los jugadores que decidieron alejarse de ese nido de podredumbre que son las oficinas de Mareo. Jugadores despreciados pública y privadamente entre otros por Antonio Veiga, y con ofertas ridículas para los méritos ofrecidos o en el mejor de los casos sólo tardías. Ineptitud por los cuatro costados, como en su día declaró en su auto el juez del concurso de acreedores.

El Oviedo estaba peor que nosotros, así que qué más da el resto, ¿no? Y si bajamos a 2.ª B pues el "recibu" será aún más barato y los viajes más cercanos. Todo ventajas. Esa mediocridad y conformismo está matando al Sporting y, por qué no, a una región subvencionada a la que se le ha olvidado subsistir por sí misma. Yo quiero vivir como mínimo lo que ha vivido usted: finales de Copa, estabilidad en Primera, participaciones europeas. En definitiva, un Sporting digno e ilusionante a la altura de una afición fantástica que debe dar un paso en pos de liberar a nuestro club de estos parásitos.

Puxa Sporting libre y Fernández vete YA.

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