Los Idus de Octubre

Conocí a Josep Borrell en otro momento tormentoso para el PSOE, de menor calado al que vive actualmente éste más que centenario partido. Lo conocí precisamente en la sede madrileña de Ferraz en 1998, cuando luchaba por encontrar su sitio como flamante ganador de las primarias, a candidato a la presidencia del Gobierno en contra de Joaquín Almunia, Secretario General del partido y hombre del aparato. Se inauguraba por primera vez en la historia del PSOE, un brevísimo periodo de cohabitación, donde el candidato a Presidente del Gobierno no coincidía en la misma persona del Secretario General del partido.

No pudo ser, el aparato del partido era por entonces mucho aparato y pronto empezaron las hostilidades, hasta que Borrell tuvo que dimitir como candidato por un oscuro episodio de fraude a la Hacienda Pública por parte de dos colaboradores suyos en su etapa de Secretario de Estado de Hacienda, (episodio nunca aclarado del todo). En un país en el que no dimite nadie, aquel acto suyo, nos situaba por primera y única vez entre los países decentes de Europa. Hoy, como sabemos, con la corrupción como protagonista de la vida política estamos más cerca de África que de Europa.

El martes, después de 28 años lo he vuelto a ver. Esta vez en Pola de Siero, en la presentación de su libro, "Los Idus de Octubre". Libro necesario y oportuno porque como él mismo se apresura a subrayar son unas reflexiones sobre la crisis de la socialdemocracia en Europa y el futuro del PSOE, con un trasfondo tan de actualidad como son las consecuencias que se han derivado de los acontecimientos graves ocurridos el 1 de Octubre del pasado año, en el Comité Federal del PSOE, que terminó con la dimisión de Pedro Sánchez como Secretario General y quedando el partido sumido en su mayor crisis desde su legalización en 1976.

Me marché del PSOE después de 32 años de militancia, con una dura y dolorosa carta que dirigí a su Secretario General, José Luis Rodríguez Zapatero, después de su cobarde actitud ante las exigencias de Bruselas en Mayo de 2010, de empezar el "austericidio" y por su insensibilidad ante el drama de los deshaucios.

Creía por entonces y lo sigo creyendo, que el PSOE necesitaba un congreso extraordinario para su refundación. El Psoe de la transición, el del estado de bienestar, el de los derechos civiles y el de la corrupción (por supuesto, nada comparable con lo que sucede hoy) estaba agotado.

"Los Idus de Octubre" nace de la rebelión personal de su autor, de su incapacidad para tolerar la mentira elevada a categoría de infamia, más aún, cuando se ha sido testigo directo de los acontecimientos de la "semana trágica" y del nefasto Comité Federal.

El Diputado por Málaga, Miguel Ángel Heredia, autor de la frase dirigida a Margarita Robles: "Hija de puta, afíliate antes de opinar" en el transcurso de unas jornadas de las Juventudes Socialistas relató que: "Se hizo lo que hizo con Pedro Sánchez porque había que pararlo, ya que éste tenía firmado un acuerdo con los independentistas para concederles el referéndum, a cambio de que lo voten como presidente de gobierno" Esta infamia corrió como la pólvora y repetida, en distintas versiones y formatos, por los voceros y barones del partido como Javier Lamban, Fernández Varas, García-Page y la prensa anti-Sánchez. Descubierta la gran mentira, nadie ha pedido disculpas a Sánchez ni se ha solicitado la dimisión del diputado Heredia.

Pedro Sánchez fue elegido Secretario General del Psoe en 2014, por el voto directo de la militancia, pero desde el día siguiente a su elección ha sido cuestionado y atacado por aquellos que le apoyaron en su elección porque, como ya he señalado en otra ocasión (*) el "títere" que debía guardar el puesto a Susana Díaz le salió respondón. Borrell, en su libro, no entra en ello (no porque no quiera, sino por su fidelidad al rigor intelectual que le obliga a no hablar de lo que no tiene constatado) pero si describe minuciosamente lo que otros hemos llamado "golpe de estado" y que no es más que el desprecio a los estatutos del partido, a sus procedimientos y a su reglamento para obligar a su Secretario General a dimitir subvirtiendo las normas.

Hoy no queda ninguna duda, de que "el golpe palaciego" se venía gestando desde hacia tiempo, pero nadie quería correr el riesgo de ser descubierto y convertirse en el "bruto" de Sánchez y del Psoe. El caso es que como el tiempo termina poniendo a cada uno en su lugar, ha terminado también, como acertadamente concluye Borrell: "Así, pues el Psoe acaba facilitando con su abstención la formación de un nuevo Gobierno presidido por Rajoy a cambio de nada. Pero en el camino se ha creado una división en el seno del partido, una ruptura de la disciplina del grupo parlamentario, un enfrentamiento entre el PSC y el PSOE, una fractura entre los afiliados y los dirigentes y el desconcierto de los electores".

Es realmente difícil hacerlo peor. Todo esto con el aval de los que deberían ser (por historia y por responsabilidad a las siglas de un partido) los referentes de ese partido, Felipe González y Alfonso Guerra.

En estos días, donde la post-verdad (el bulo de toda la vida) se ha erigido en el principal instrumento de hacer política, los voceros de Susana Díaz no se han cansado de repetir que "no está en la cultura del partido la consulta a los militantes sobre posibles pactos", en "Los Idus de Octubre" se desmonta ampliamente ésta falacia "histórica". Por ello y por las aportaciones rigurosas de Borrell sobre el concepto de nación, por desmontar la operación "frankestein", por su riguroso análisis sobre la crisis de representatividad de la socialdemocracia y...por lo del "sargento chusquero" todo socialista de corazón debería leer éste libro.

No deja de ser significativo, finalmente, que nadie del aparato del partido acuda estos días a la presentación de su libro y más todavía que nadie prologue o agradezca a su autor su aportación al debate de ideas, como si lo han hecho, por ejemplo Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba con el libro "oficialista" del Diputado Juan Moscoso del Prado, el primero aportando el epílogo al libro y el segundo prologando el mismo, "Ser hoy de izquierdas", una mezcla de de las teorías de Anthony Giddens y la práctica nefasta de Tony Blair, que son el origen de la descomposición de la socialdemocracia europea. Toda una declaración de intenciones y una manera de negarle el pan y la sal a quien fuera el ministro más brillante de los gobiernos socialistas. Hay quien piensa (creo que con razón) que España perdió la oportunidad de tener al mejor Presidente de Gobierno de los últimos 40 años.