El pasto, para el ganadero
Ya nos vamos centrando en la primavera, ya se prepara el ganado para mandarlo a los puertos, o pastos, que con lo mal que están éstos en cuestión de malezas, más el clima que en nada ayuda a los pastos ya que éstos andan muy escasos. La subida del ganado a los pastos casi siempre fue cuestión de polémicas entre pueblos y concejos, mucho porque un porcentaje muy alto, quizás hasta un 60%, viene de fuera, y eso no debería ser. Los ayuntamientos o administraciones locales, más gobiernos regionales, tenían que dar los pastos como un premio, pagando, claro, la cuenta correspondiente por cada cabeza, pero siempre a los ganaderos que vivan en los pueblos (zona rural). Nunca a nadie que viva en zona urbana. Sería una buena manera de mantener los pueblos, ya que el que vive fuera no colabora en nada con el pueblo; todo ciudadano que abandone el pueblo tiene que perder todos los derechos de pastos, no debería ser suficiente con estar empadronado, sino que hay que vivir en los pueblos.
Los ganaderos que estén en regla se convertirían en vigilantes y guardianes de todo aquello que vieran que no se ajusta a las normas que fueran establecidas, siendo motivo de denuncia.
Los pueblos todos tienen ya desde siglos sus zonas de pasto que les corresponden a cada uno, y hasta mediados del siglo XX todo funcionaba (bien) con arreglo a las normas que tenían; fue a partir de los años cincuenta cuando se empezó a descomponer todo, cada cual mandaba el ganado donde mejor le conviniera por distintas razones sin que eso fuera muy correcto. En definitiva, el pasto para el ganadero (rural) y cada uno en su zona.
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