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El teniente Torrens

4 de Junio del 2017 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Recientemente aquí, Ernesto Burgos, de Mieres, en su habitual página “De lo nuestro”, publicó la historia de este mando de la Guardia Civil que, estando al frente del cuartel de Ujo, jugó un importante papel en la Revolución del 34. Tan interesante y documentado relato nos ha dado pie para recordar al teniente Gabriel Torrens, al que conocimos y tratamos a pesar de la diferencia de edad, ya que uno vivía una hermosa y prometedora adolescencia que la maldita Guerra Civil destrozó por completo. Y paso a contarlo con la mayor objetividad, como hay que hacer para escribir o narrar historia.

El teniente Torrens, además de guardia civil, era un gran deportista, como me demostró cuando un día me enseñó su habitación, en la que tenía pesas, anillas, saco y guantes de boxeo, amén de una gran mochila y un completo equipo de montaña, que me cautivaron. Y en la montaña nos encontramos un día. Él venía del Aramo (desde Ujo, subiendo por Ubriendes y Casares, se corona el cordal que divide los concejos de Mieres, Riosa y Lena y se hace directamente la ascensión a esta cordillera, nuestro desbrave y primera aventura montañera), y me encontró en la Carva de Casares. Me preguntó si me gustaba la montaña y le respondí que me apasionaba. Sonrió, me puso su mano en el hombro y me dijo: “Bien, chico, eres de los míos; vete mañana por el cuartel”. Lo hice, y me dio una pequeña mochila casi nueva. Asombro y gratitud.

Y preocupación y sentimiento cuando el 5 de octubre de 1934, después de un intenso asedio de fusilería y dinamita, el teniente Torrens rindió el cuartel de Ujo, saliendo el primero, llevando en sus brazos el hijo recién nacido de uno de sus guardias, que le seguían después con sus mujeres. Uno de ellos, herido, en una camilla, apellidado Morán, y que era el que había dado muerte a un minero atacante, un tal Vázquez de Villar. Por cierto, que un hijo del guardia herido, Miguel Morán Laciana, años después como capitán, mandó la compañía de la zona del Caudal con acuartelamiento en Mieres. Nunca olvidaré el ataque y rendición de aquella bastilla de Ujo, que fue la primera guerra que conocimos de verdad, de una gran nobleza y ejemplaridad por parte de los vencedores, que mandaba un “jefe supremo” llamado Canor, que fue represaliado después como tantos otros mineros, que fueron los paganos, mientras que los dirigentes se dieron el piro y se libraron de tan dura represalia.

La versión que se tenía en Ujo del teniente Torrens era de que había sido fusilado, lo que echa por tierra Ernesto Burgos al decirnos que falleció en Mallorca a la edad de 89 años. Verdadera y grata versión, que agradecemos, de un militar que jugó un importante papel en aquella Revolución que fue preámbulo de lo que ocurrió después, en 1936.

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