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Ley de sacrificio cero

30 de Mayo del 2017 - Pedro Glez-Quirós Menéndez de Luarca (Oviedo)

Cada día estamos viendo en Asturias cómo aumenta la problemática de los animales abandonados, y consecuentemente el problema de saturación de los albergues. Afortunadamente, la demanda social que pide una solución para el asunto también crece día a día y parece que los políticos van recogiendo el guante y comienzan a interesarse, e incluso prometen legislar en ese sentido.

Por todo ello quisiera compartir mi experiencia tanto como veterinario clínico como gestor de un albergue, por si puede aportar algo a la solución del problema.

En mi opinión el sacrificio cero, es decir, prohibir el sacrificio de animales como medio de control de la población de los albergues, ya implantado en Madrid y Barcelona, y este año también en Oviedo, es complicado pero deseable, pero en ningún caso aborda la raíz del problema. En otros lugares, Gran Canaria por ejemplo, ya se está trabajando en una ley de Abandono Cero, con un planteamiento, desde mi punto de vista, mucho más acertado.

El verdadero problema está en que la tasa de abandono de unos 2,5 animales por cada 10.000 habitantes se cumple y si no se aborda este aspecto, lo único que se consigue es conmutar penas de muerte por cadenas perpetuas.

Si se va a legislar en este sentido, merece la pena estudiar las iniciativas previas en nuestro entorno y no partir de cero.

Hay tres ejemplos completamente diferentes que dieron buenos resultados.

En Europa la referencia es Holanda, donde la administración se implicó con medios y subvenciones e implicó a los profesionales, llevando a cabo una recogida masiva de animales abandonados y procediendo mediante acuerdos con profesionales a la identificación y la esterilización, llegando así a un nivel escasísimo de animales abandonados, que actualmente le permite incluso ayudar con adopciones a países de su entorno, entre ellos el nuestro.

En Francia limitaron la actuación a los PPP (Perros Potencialmente Peligrosos), con los que tenían un problema, como en todos lados, porque la necesidad de obtener licencia, y la posibilidad de perderla al dejar de cumplir los requisitos necesarios para su tenencia, hace muy frecuente su llegada a los albergues y muy difícil su salida. Allí decretaron la esterilización de todos los que no estuviesen en manos de un criador profesional y funcionó.

En USA, más tolerantes, hay que pagar una pequeña tasa anual, que se destina al mantenimiento de los centros de control animal, cuando se vacunan de rabia, que es muy módica cuando el perro está esterilizado y muy elevada en caso contrario, así, sin obligar a nadie a nada, lograron unos resultados espectaculares.

Todos los casos tienen un denominador común, funcionaron cuando se abordó el tema de la esterilización, y se estableció un control, que en todo el mundo suele vincularse a la vacunación de rabia. Este tema, la vacunación de rabia, sorprendentemente no obligatoria en Asturias, en un entorno de Europa sin fronteras donde alguien puede subir un perro a un coche, en una zona endémica y tenerlo aquí en 24 horas, debería abordarse cuanto antes, pero lo evito para no alargarme.

En definitiva, en mi experiencia concreta, un 20% de los perros que entran en nuestro albergue están identificados, y de estos logramos un porcentaje de recuperación altísimo, y del otro 80%, de los que muchos vemos claramente que están perdidos, el porcentaje de recuperación es muy bajo, por lo que bastaría con identificar y no nos veríamos en la necesidad de tener que legislar sobre el sacrificio.

En cuanto a la iniciativa legislativa, cualquier avance en protección animal debe ser bienvenido, pero en este tema, la experiencia de las iniciativas anteriores es que el Principado desarrolla buenas leyes, completas y útiles, las gesta bien, y después se las aprueban en el Parlamento, o sea, que el parto también es bueno, pero después, cuando ya está todo felizmente terminado, se olvidan de dar de comer al niño. Desde 2004 tenemos una ley de Identificación Animal, que obliga a tener identificados con microchip a todos los perros de más de tres meses, sin que nadie haya puesto el más mínimo interés en hacerla cumplir, y si se hiciese, el abandono se reduciría, la recuperación aumentaría y al no saturarse los albergues, las adopciones podrían resolver el problema sin necesidad de tanto esfuerzo legislativo.

Por tanto mi propuesta es que mientras se legisla, que llevará tiempo, se ordene a las fuerzas del orden la vigilancia activa de la identificación, que disponen de medios para ello, porque si uno decide quitar las matrículas de su coche e irse a dar una vuelta, probablemente le pedirán explicaciones, pero si la misma persona tiene un perro sin identificar -existiendo, al igual que en el otro caso, una exigencia legal de hacerlo-, desde hace 13 años ya, y decide no matricularlo, nadie se interesará por ello.

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