Injusto abandono
A Jesucristo se le atribuye la tan manida frase de: "A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César". Viene esto a colación porque desde que comenzó la famosa crisis económica en nuestro país resulta que algunas cosas se fueron dejando de atender por parte de la Administración pública, de manera que hoy están en niveles de abandono, si no total, sí a punto de serlo.
Podría referirme a múltiples sectores de nuestra parcela nacional, pero en este caso me voy a referir sólo al abandono -en mi opinión- del mantenimiento de carreteras, autovías e incluso vías urbanas. Yo quizá ya no sea el más indicado para alzar el grito en protesta por lo que considero un injusto abandono por parte de las autoridades competentes en el tema, ya que por mi edad hace algún tiempo decidí prescindir de vehículo propio y de conducir, pero aun así, observo que nuestras carreteras, autovías y vías urbanas están faltas del estado de conservación propio de un país moderno y desarrollado. ¡Señores gobernantes! Entérense de una vez, los vehículos, o mejor dicho, sus propietarios, tributan con unos impuestos específicos que se cargan al sector de los vehículos a motor, y que en buena lógica se supone que su recaudación debería ir destinada, en primer lugar, al mantenimiento de las estructuras viales que se ven obligados a usar. No vale como disculpa la crisis económica ni ninguna otra. El Estado fríe a impuestos al sector del automóvil, ya sea directa o indirectamente; si no que se lo pregunten a quienes por necesidad se ven en la obligación de pasar con frecuencia por los surtidores de carburantes. Ya puede bajar el crudo cuanto quiera, que los impuestos ni se tocan, y si sube el crudo, entonces ganancia para el Fisco, cuanto más alto sea el precio del carburante más se recauda en impuestos. Por tanto, reviertan lo que recaudan por esa vía, en mantener el estado de las estructuras viarias en condiciones aceptables, y no en un estado ruinoso que colabora al aumento de accidentes y de deterioro de los vehículos que las transitan; sus propietarios pagan unos impuestos que deben ir destinados a ese sector y no a mantener sabe Dios qué otras cosas.
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