Mi amigo
Mi amigo tenía 79 años cuando le robaron la vida. Acaba de cumplir los 80 y vive en la uci con un tubo de oxígeno incrustado en la boca y media docena de familiares llorando alrededor de su cama. El vehículo 4x4 conducido por un demonio alcoholizado le arrebató la oportunidad de ver a su nieto de 6 años cumplir los 7. Mi amigo es un español de los que con su presencia iluminaban el ambiente como el sol de la mañana.
Ahora, no es nadie. La imprudencia de la bestia que embistió su coche lo ha sumergido en la niebla de una noche que no debería ser la suya. No encuentra el camino de regreso ni tampoco el que lo lleva al cielo.
El culpable ya ha olvidado esta tragedia y, probablemente, continúa quemándose las entrañas con el alcohol que le produce su estado de inconsciencia.
Hoy habrá otra persona con toda una vida por delante caminando por las calles de Oviedo. Alguien ajeno al peligro que lo acecha; ajeno al momento en que un demonio alcoholizado se personifique en su camino y lo convierta en tragedia para todos sus seres queridos.
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