Triste realidad
Cuando aquel joven de la aldea vio a otro que trabajaba en la mina prometer un collar de rojos corales a una hermosa joven, se sintió decepcionado y se obligó a sí mismo a bajar también a la mina.
Abajo el miedo obliga a aprender muchas cosas para sobrevivir, pero no aumenta la capacidad cognitiva con una visión holística de las cosas como allá arriba. Existe una visión de túnel sin luz en su final, y el aire comprimido no se parece a la brisa en los árboles. La cognición se empequeñece a únicamente la suma de las partes. El ancho de banda cognitivo desciende tendiendo a compensarse con compañerismo gremial. Algunos aguantaron hasta sacarse un pasaje a América, otros estallaron en revolución.
El empresario (casi siempre foráneo) no sentía ningún tipo de decepción con su beneficio empresarial. Su ansiedad consistía en evitar la visión del serpenteante del humo por el valle que, mezclado con la niebla, lo ennegrecía todo. Era un serpenteante atractor gris que impedía ver la luz. Sin sentir escasez, el empresario sí que tenía un gran ancho de banda cognitivo con el que comprendía la situación y huyó en cuanto su capacidad le permitió ver que, tras la provechosa guerra, los nuevos barcos y ferrocarriles ya no usarían carbón.
La escasez obliga a sobrevivir, pero según las últimas investigaciones basadas en el análisis de los grandes datos estadísticos, no mejora la capacidad cognitiva ni individualmente ni colectivamente. En este último caso con la circunstancia agravante de que las masas tienden a fijar poder irreflexivo.
Deberíamos pensar en cuál es la procedencia e interpretación de las frases como: «El hambre agudiza el ingenio» (totalmente equivocada) y «Mal de muchos, consuelo de tontos» (que es aún más real).
Una mínima reflexión histórica nos haría ver que aquí se enarbola la bandera de la revolución obrera cuando el obrero ha muerto sustituido por los robots mientras las personas se decepcionan en su carrera contra la máquina. El revolucionario no piensa en como hacer desaparecer la pobreza y el exceso de desigualdad, sino en cómo eliminar la libertad del otro por ser diferente. Porque lo público y colectivo sólo están para establecer un igualitarismo que generé decepción y discriminación hacia el otro. Por el contrario, en los valles suizos no se encontró carbón y nunca se decepcionaron con la visita de la vieja dama del rencor, aunque tengan un autor para tal drama. Miramos más al pasado que al futuro de robotización y valor añadido que nos permitiría alejarnos de la escasez de la desigualdad para, siendo fuente de riqueza, establecer una renta básica universal y un salario ciudadano ocupacional. En cambio, seguimos practicando el revanchismo y, como no se aprende de la Historia, nos condenamos a repetirla, punto por punto, de tanto memorizar el victimismo.
Que la escasez no mejora nuestra capacidad cognitiva es tan cierto como que la decepción es una poderosa arma en manos de la propaganda. El sentimiento de escasez y desigualdad es lo que buscan provocarnos para que no seamos en cuanto los demás son, sino que seamos en cuanto los demás no tienen lo que nosotros tenemos. Hemos cometido un gran fallo educativo.
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