La dificultad de las madres trabajadoras
En mi última carta, publicada por gentileza de LA NUEVA ESPAÑA, exponía yo el problema que para tantas personas mayores suponía el déficit de plazas en los geriátricos públicos de Gijón, que supongo será más o menos el mismo que en el resto de las localidades asturianas.
Hoy voy a referirme al problema que supone para muchas madres en edad laboral el no disponer de guarderías públicas donde dejar a sus pequeños en horas laborales mientras ellas se buscan la vida en los cada vez más escasos puestos de trabajo donde poder hacerlo.
Yo, que por suerte o desgracia (según se mire) fui emigrante en los años sesenta y setenta del pasado siglo en Alemania (concretamente, en la industrial ciudad de Stuttgart, sur de Alemania, Estado federado de Baden-Wurtemberg), puedo decir que mi esposa no tuvo ese problema; tuvimos allí un crío que hoy casi peina canas, y cada mañana mi esposa antes de ir a la fábrica en la que trabajaba dejaba a nuestro hijo en la guardería estatal y allí se encargaban de acompañarlo a él y a otros muchos (alemanes y extranjeros) al colegio, luego los iban a buscar y en la guardería comían y estaban atendidos hasta que por la tarde al final de nuestra jornada laboral los padres/madres pasábamos a recogerlos. La cuota mensual que pagábamos no llegaba al importe de lo que nosotros ganábamos en media jornada de trabajo.
Este país nuestro, por desgracia, pienso que está a años luz de lo que se supone debe ser un país moderno ajustado a las necesidades de una sociedad de nuestro tiempo. Nuestros políticos, en mi opinión, están enzarzados en discusiones bizantinas más ligadas a intereses partidistas e incluso personales que a todo cuanto nos interesa a los sufridos ciudadanos, que en definitiva somos quienes los mantenemos y quienes les votamos con la esperanza de que nos sirvan y no para que nos tomen por siervos o servidores de sus intereses. España es –en mi opinión– un país al que aún le queda mucho recorrido para ponerse a la altura de los países que encabezan el pelotón del club al que desde hace años pertenece como miembro de pleno derecho (la UE), pero ella como país, que me perdonen nuestros mandamases, creo que no sabe estar a la altura del lugar que le corresponde ocupar en tan destacado club. A los ciudadanos se nos pueden pedir esfuerzo y responsabilidad, pero primero tenemos que tener el ejemplo de quienes nos gobiernan y, sobre todo, ver que ponen a nuestro alcance las herramientas apropiadas para poder desarrollar nuestras labores con la eficacia máxima y sin ningún tipo de cortapisas.
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