Huyeron a pedales
El domingo 28 de mayo se celebró una marcha ciclista por Oviedo para hacer visibles los peligros a que se expone un ciclista en vías públicas. Soy ciclista, peatón y conductor, decidí acudir porque creo que en líneas generales la reivindicación es justa y necesaria y porque creo que el uso de la bicicleta describe el desarrollo de una sociedad. Lamentablemente, al llegar al punto de salida previsto comprobé que éramos muy pocos; cualquier domingo con solecito la senda de Fuso tiene el doble de ciclistas, y no digamos las carreteras.
Eché de menos, particularmente, a esos equipos de aficionados que recorren las rutas. Ellos son por lo general las principales víctimas de la falta de respeto del conductor y la lasitud de las leyes. Ese domingo era un día para elevar la voz y, en cambio, la mayoría prefirió hacer sus salidas semanales con el grupo del club. Una pena.
Lo que se desprende de este hecho no es más que otra prueba de que vivimos en la era del solipsismo, del yo, yo, yo y de postre yo. Ya nadie, o muy pocos, se mueven por nada. ¿Para qué sacrificar mi kilometrada del domingo si ya hay unos pringados que lo harán por mí? Ése es el drama. Ésa es la situación. Lamentarse después sirve de poco, antes se exige de una sociedad que visibilice sus derechos, que eleve sus voces.
Hay una frase que define los tiempos que corren y que este día se puso de manifiesto: "Aquí todo el mundo va a lo suyo menos yo, que voy a lo mío". Para otra vez espero que lo tomen en serio: si sólo acudimos cuatro gatos nos tomarán a chufla y los muertos los pondremos todos, pero sobre todo muchos de los que faltaron el domingo, cuando más falta hacían.
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