Otra lacra que parece no tener final
Tres mujeres asesinadas éste pasado fin de semana. Y ya son 28 en lo que va de año, un 47% más que en el mismo período de 2016, por la violencia machista en nuestro país. En la siniestra estadística de la violencia contra las mujeres no podemos olvidar, además, 5 niños muertos y 12 huérfanos en solo cinco meses. Asimismo, en la actualidad hay más de 4.300 mujeres en situación de riesgo. Una lacra que no ceja.
La aplicación de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, si bien fue novedosa, progresista y hasta pudiera ser que efectiva en su momento, transcurridos ya 12 largos años desde su entrada en vigor, no hay duda de que no ha sido lo suficiente eficaz para frenar, ni siquiera reducir, el terrible problema de la violencia contra las mujeres. Posiblemente, porque a estas alturas se haya quedado un tanto obsoleta y debiera ser modificada y adecuada a las circunstancias actuales, ello sumado igualmente a la escasez de recursos que desde hace ya tiempo lo viene denunciando la propia judicatura.
Es indispensable, pues, que el entorno de las víctimas las apoye y proteja más que nunca y las ayude también a sobreponerse al miedo de denunciar y sobrellevar todo el proceso que el problema entraña.
Por otra parte, se requiere con urgencia una profunda reflexión y sensibilización de toda la clase política que modifique la línea seguida hasta ahora en aras de atajar en lo posible esta barbarie, dotando de todos aquellos medios legales necesarios que protejan con mayor eficacia a las víctimas.
La alta preocupación que produce esta escalada y la constatación del escaso resultado de las medidas adoptadas hasta ahora, crece aún más al repasar la somera reacción de los líderes de los principales partidos, ya que, en general, poco compromiso aparentan para afrontar en profundidad este problema de compleja solución.
Pocas razones positivas contra tanta sinrazón.
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