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La justicia no es un show

2 de Junio del 2017 - Justo Roldán (Oviedo)

Ni lo puede ser en absoluto, en que la comparecencia en cualquier institución del Estado, y máxime en los tribunales de justicia, de cualquier ciudadano obligado a ello. No se puede convertir en un espectáculo, por muy loables que sean los fines, las comparecencias o los juicios, de cualquier acusado, testigo o encausado, obligado a ello -como digo- por ley.

Todos somos inocentes, mientras no se demuestre nuestra culpabilidad. Lo somos todos; incluidos aquellos, que supuestamente han defraudado al erario público, o y sean simplemente famosos, o populares. De ahí, que la concurrencia a los juzgados, por cualquiera que sea instado a cumplir con la justicia, se esté convirtiendo en un show, con lo que esto tiene de negativo e irreparable, para la fama y el buen nombre de aquellos que están inmersos en una causa, y esta a la vez, sea -o la conviertan- en un espectáculo mediático, cuasi circense. Vamos, no ocurre ni en las bodas de los "famosillos" lo que está ocurriendo con la judicatura y con todos sus componentes: magistrados, letrados, procuradores, funcionarios, policías etc. etc., el que se conviertan en portada de todos los medios de comunicación. Esto es como poco, una anomalía que rebaja a una institución como es la justicia a los niveles de aquello que se lee, en el "papel cuche", o se ve en las televisiones de rancio contenido y sensacionalismo, unido al morbo y al prejuicio.

El espectáculo mediático que se está dando al caso en que está inmerso el ex secretario del SOMA, y todas sus ramificaciones, no dignifica para nada, a la judicatura. Es esta, uno de los pilares fundamentales en los que se asienta un Estado de derecho. Y no puede, bajo ningún concepto dar la imagen de ser un "circo mediático", donde ya hasta participan los mismos miembros que "usan toga" como un símbolo de respeto y consideración para quienes tienen que ejercer una de las labores más difíciles en cualquier sociedad: Impartir justicia.

Puede ser muy importante para los medios de comunicación (más para el aumento de su audiencia o tirada) dar las imágenes, cuando no hasta las opiniones, que los encausados, sus defensas y sus testigos hagan de cara a su presunta implicación en hechos aun por juzgar. De ahí, que el Ministerio de Justicia esté obligado a garantizar la intimidad y el anonimato de aquellos que son llamados a cumplir con un deber -exigible- como lo es el de prestar declaración. Por eso, los edificios dedicados a vigilar, controlar, oír y sentenciar sobre los procesos judiciales debieran de mantener ante el acceso a estos de un espacio acotado que permita su entrada con la mayor o total garantía de no verse en los medios, si no es su intención , así como garantizar su intimidad y/o anonimato.

No pueden existir ni juicios fuera de la Sala, ni manifestaciones de magistrados, letrados, procuradores o funcionarios, que estén ejerciendo como tal en cualquier proceso abierto, sea este civil o penal. Y a la garantía de este derecho fundamental, deben de poner todo su empeño, las instituciones que no quieran verse inmersas, en el "teatro de la farándula". Y añado -aunque no esté de moda- que tanto el prestigio, como el honor, la dignidad, la fama, el buen nombre, o la presunción de inocencia, no pueden estar al "libre albedrío", de una prensa o unos medios de comunicación, que anteponen el beneficio, a todo lo demás; pues es de sobra conocido que en muchos casos, les es más rentable abonar la multa de resarcimiento, impuesta por vulnerar los derechos ajenos, que silenciar el beneficio, mayor, que supone el "hado de duda" que sobre la persona en cuestión, se crea a tenor de indicios, del que tardará en deshacerse muchos, muchos años y en algunos casos, más de una generación.

Mas justicia, menos teatro....y más respeto hacia las personas.

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