Cui prodest?

10 de Junio del 2017 - Rubén Cabal Tejada (Oviedo)

Al levantarme y consultar la prensa, como hago habitualmente, me ha indignado un artículo en el que se recogen unas palabras del rector de la Universidad de Oviedo, afirmando que se debe “repensar” la oferta de títulos para orientarla hacia las empresas. En el cuerpo de la noticia además se citan declaraciones de otras personas, enmarcándose todas en unas jornadas organizadas por la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), denominadas “Creando talento”. Me he indignado principalmente no por el hecho de que se plantee una relación más estrecha entre Universidad y tejido empresarial, lo cual puede ser positivo en función de cómo se concrete ésta, sino la simpleza de argumentos que se esgrimen, en desequilibrio con las implicaciones de las propuestas que plantean.

Lo primero que sorprende es que en el artículo la palabra más empleada para referirse a los estudios universitarios es formación. El problema estriba en que ésta sería sólo una de las dimensiones de la Universidad. Desde esta institución no se buscaría así exclusivamente que un profesional pueda adquirir competencias para desarrollar su trabajo, sino que se perseguirían fines tales como el desarrollo de la ciencia y el saber o el progreso de los seres humanos. En este punto, atendiendo a las carencias que los empresarios dicen ven en los trabajadores, se plantearían dos opciones, que fuesen las empresas quienes fomentasen, basándose en el principio de libertad de enseñanza que rige nuestro sistema educativa, sus propios centros de formación o que las universidades simplifiquen su razón de ser, abandonando esos otros principios que la guían, pasando a ser solamente centros formativos. Cui prodest?

Aun admitiendo la visión de los empresarios sobre los estudios universitarios, importante si valoramos el importante rol que juegan en nuestra economía, no deja de sorprender la poca trayectoria de sus argumentos si los analizamos detenidamente. Por una parte, sus mayores críticas pasan por señalar que muchas personas estudian Humanidades y pocas Ingenierías, o que hay muchos abogados pero faltan médicos. La idea principal aquí es muy simple, ellos valoran que si el mercado exige “x” la Universidad debe producir “x” y si el mercado exige “y” la Universidad debe producir “y”. No deja de sorprender este argumento en personas que teóricamente abrazarían el liberalismo económico (desde el que se propugna la moral que defienden y se repiten los mantras que emplean de emprendimiento, talento, formación...). Tradicionalmente son las economías planificadas las que consideran que la riqueza es un todo definido y que por tanto se puede orientar o repartir. El liberalismo es, sin embargo, la doctrina desde donde con base a la iniciativa privada y la competencia no se define una riqueza fija sino que se pone el acento en la capacidad de transformación del sistema. Es decir, si mañana se cuenta con doscientos filólogos y veinte ingenieros aun necesitándose hoy veinte filólogos y doscientos ingenieros, el liberalismo interpreta que podría ser positivo, puesto que esto podría llevar a la región a explorar sectores que de otra manera (planificándose los recursos humanos en función de los límites del mercado laboral hoy) no se abordarían, generándose incluso más riqueza global que la que podríamos planificar racionalizando los recursos. Esto es algo muy sencillo y que se trata de uno de los pilares del liberalismo (el error de soberbia intelectual que denunciaba Hayek, si quieren más señas). Aunque nadie podría asegurar así que este desequilibrio fuese negativo para nuestra economía en el futuro, habría empresas mientras tanto que no contarían con la mano de obra cualificada que precisarían, y para ellos sin duda esta planificación sería muy provechosa, aunque se pusiese en riesgo el principio de competencia. Cui prodest?

En este sentido, también el liberalismo considera que los ciudadanos no son tontos, y como un pilar fundamental del sistema la iniciativa privada con base en el egoísmo personal. En última instancia, el liberalismo se asemejaría con el desarrollo de la libertad, de hecho es uno de los principios que más se defienden en este sistema (libertad para despedir, libertad para pagar mucho a los directivos y poco a los trabajadores, libertad para contaminar el medio ambiente, etcétera). Sorprende así que, sin embargo, haya que orientar las titulaciones universitarias de manera que se afecte la libertad de las personas a escoger la carrera que quieren estudiar. Si hay más personas que quieren formarse en Humanidades o graduarse en Derecho, ¿por qué esto es negativo? ¿No debería garantizarse ese derecho por encima de todo? ¿No debería defenderse la libertad? Quizás lo que tendrían que hacer los empresarios es hacer que fuese más atractivo para estas personas formarse para trabajar en sus sectores, no creando el talento, a coste cero, como pretenden, sino pagando el talento que actualmente está o emigrando, porque aquí no se les quiere, o perdiéndose en el camino, porque no pueden terminar la carrera o un máster, o que está infravalorado, siendo ellos mismos quienes pagan a titulados como becarios y deciden no renovar sus contratos sino emplear a otro becario porque sale más barato. Sólo espero que antes de tomar cualquier decisión a este respecto nuestro Rector se pregunte “cui prodest?”

Cartas

Número de cartas: 45964

Número de cartas en Septiembre: 68

Tribunas

Número de tribunas: 2084

Número de tribunas en Septiembre: 6

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador