Gracias Ignacio, gracias Güelita
Dentro de la profunda tristeza que me invade estos meses, en los que todas las noches me pregunto ¿dónde están los valores que nos hacen humanos?, ¿la gratitud?, ¿el ponerse en lugar del otro?, ¿ayudar al otro como te gustaría que hicieran contigo?, no solo por las noticias o los periódicos, en las cuales cada día se aprecian más la ausencia, ya no de los valores humanos porque hasta las razas animales demuestran mas valores que nosotros, sino en el ámbito mas cercano.
Mi abuela, una anciana de 88 años que ha criado a 4 hijos, para los cuales siempre ha estado ahí, también para sus nietos. A mi me ha dado la etapa más feliz de mi vida, mi infancia. Nos cuidaba a todos. Ha ayudado a todos y estado para todos. Ahora es ella la que necesita ayuda, ayuda para asearse, ir la baño, caminar, sentirse querida, disfrutar de su familia. Pero su familia ya no se acuerda de lo que ella hizo por ellos y nadie tiene tiempo para ella. En la residencia esta muy bien cuidada, dicen mis tíos. Pero mi abuela llora, no quiere estar allí. Pero esta muy bien cuidada, ha llevado un mes la dentadura de otra persona, lleva un pañal recalentado de pis desde que se levanta hasta la sobremesa y desde aquí hasta que se acuesta, la piel hecha escamas, ropa de ancianos que han fallecidos en la residencia, pero que más dá...como no se entera o es que no se quiere ver.
Me pregunto como se sienten mis tíos cuando saben que están obligando a tú propia madre a terminar su vida en un centro donde no quiere estar, repitiendo "yo aquí no, yo casa" rodeada de tristeza, de cuerpos esperando a que llegue su momento.
Soy sanitaria, sé de lo qué hablo. Pero ¿hace falta ser sanitario para tener valores? Y aquí apareciste tu Ignacio Etxeberría. Se me oprime el pecho cuando escribo tu nombre. Tú que me has hecho volver a creer, creer en el ser humano, en que sí, aún quedan personas con valores, con gratitud, personas que luchan para que continuemos siendo personas. Me has llenado de fuerza para creer en mi misma y seguir luchando por mi abuela, por sacarla de ahí y hacerla feliz los años que le queden por vivir. Allá donde estés gracias, he pasado se sentirme sola a luchar por seguir siendo persona y darme cuenta de que aún existen personas como tú y estoy segura que habrá muchas más, a las cuales como a mi nos has llenado de fuerza para seguir luchando por ser personas.
A ti güelita, aguanta que lucharé por ti hasta el final, a ti Ignacio gracias esta lucha va por ti.
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