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Yo también pago, Amancio

14 de Junio del 2017 - Alejandro González Lada (Urbiés)

No señor, no estoy alegrándome del mal ajeno (o propio, en esta ruleta participamos todos), no señor. Tampoco estoy despreciando una donación, ni a quienes supuestamente podrían beneficiarse de las máquinas adquiridas. Solamente pido cordura, sensatez y verdades.

Aquí cuando llega un empresario y de repente hace lo contrario al resto, materializando una donación millonaria a la Sanidad (la de todos), algunos se emocionan pensando en esos familiares que están precisando, precisaron o van a necesitar un tratamiento para volver a casa sanos y salvos, y por supuesto tienen todo mi apoyo, mi comprensión y solidaridad; algunos-as se preguntarán: ¿qué solidaridad vas a tener si criticas un gesto tan altruista?... pues muy sencillo, la solidaridad que nos exige el Estado, contribuyendo con las arcas públicas y declarando la totalidad de mis bienes, ahorros y rendimientos, lo que vulgarmente se viene conociendo como tributos o impuestos. Mi solidaridad es reconocida, al menos por Hacienda, ya que año tras año me recuerda mis deberes y me invita a colaborar en el mantenimiento del Estado. Lo que me pregunto una y otra vez es cuál es el motivo por el cual yo, sin llegar a la animadversión, solamente acudiendo a fuentes disponibles por cualquiera que se interese por el caso, acabo identificado como el Satán y quien escabulle por medios poco legales una cuantiosa millonada (que entendemos debería ir a parar a las arcas públicas) de la cual dona un 50%, es beatificado y ofrecido como mártir por ese gesto público.

Vamos a ir por partes, altruismo es procurar el bien ajeno, incluso a costa del bien propio. Si los fondos que se donan proceden de los rendimientos de la empresa, y tal y como informan varios medios, se salvaron de tributar merced a los laboratorios para esquivar la obligatoriedad de tributar ¿dónde está el altruismo?, es decir, si pretendes lavar la imagen corporativa, porque al igual que otras empresas del sector, empleáis mano de obra barata, sin condiciones de higiene o salud, por competir en igualdad de condiciones, no es necesario que uses una parte del dinero (llamémoslo gris), para lavar la imagen y menos en forma de donación, porque das pie a quienes ya tienen un ojo puesto en tu macro imperio, para pensar que encima verás cómo una parte de lo donado, revierte positivamente en las cuentas.

Quise informarme antes de escribir sobre este asunto, y por suerte, conozco a dos grandes personas, excelentes profesionales de la Sanidad Pública, y les hice una pregunta muy directa: ¿qué necesita actualmente la Sanidad, más máquinas o más personal?. La respuesta me abrió aún más los ojos, indudablemente, la Sanidad si hay algo de lo que adolece y por lo que me explicaron, va a más, es de falta de personal. Eso es algo que todos-as vemos al acudir a un centro hospitalario o al médico de cabecera, las listas de espera no son por falta de máquinas y sí por falta de personal; entonces ¿de qué sirve comprar máquinas, si falta personal para manejarlas a turnos para ofrecer al paciente la atención necesaria?.

Es triste, y si te paras a pensarlo fríamente, vemos como los intereses ocultos consiguen que nos enzarcemos familia, amigos y contertulios, mientras que quienes velan por nuestra salud llegan años desgañitándose, reclamando más personal, y al final son quienes pagan nuestro malhumor en las salas de espera, en las confusiones de citas etc. No amigos-as, no es justo que se maltrate a quien quiere contribuir honestamente al bienestar de todos, y si algo me parece fatal, es que se eleve a los altares a quien ofrece una limosna y se desprecie a esos-as grandes profesionales que tratamos a diario, esos de los que aún disfrutamos en la Sanidad Pública.

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