Benefactores, beneficiados y beneplácitos
Yo no sé si el Sr. Amancio Ortega tiene dinero camuflado en paraísos fiscales para evitar tributar en España. Ni lo sé ni me importa. Lo que me importa es la sangría de impuestos que yo tengo que pagar al Estado para disfrute personal de unos políticos corruptos. ¿Qué el Sr. Amancio Ortega fabrica sus prendas en países subdesarrollados?... La mayoría de fabricantes de la ropa que vestimos los que vivimos en los países desarrollados se fabrica en países subdesarrollados. La mano de obra de estos países es barata, abundante y no conflictiva. Hasta ahí bien. Cuando entramos a valorar las condiciones de trabajo de esta mano de obra, es cuando surge el conflicto ético. Yo no sé cómo se trabaja en las fábricas que el Sr. Amancio Ortega tiene en la India y en China. No es que no me importe. Pero, sinceramente, ¿cuántos de nosotros cuando vamos a comprar unas zapatillas Adidas originales o una “imitación” por internet nos planteamos en ese momento si las ha cosido un niño de 8 años que trabaja quince horas diarias sin ver el sol? Y si esa imagen nos viniera a la cabeza en ese momento, ¿cuántos de nosotros soltaríamos la zapatilla? Y podemos entrar a discutir la paradoja de que nuestros empresarios vayan a buscar fuera esa mano de obra y nosotros a su vez estemos contratando en España mano de obra de países subdesarrollados. Pero ése es un debate diferente al que nos ocupa ahora. Volviendo al tema de la donación del Sr. Amancio Ortega, yo no sé si lo ha hecho para calmar su conciencia o ha sido un gesto altruista y muy generoso o lo ha hecho por interés puramente mercantil. Ni lo sé ni me importa. Quiero decir con todo esto, que otros se escaquean de pagar impuestos y/o fabrican sus productos bajo condiciones laborales poco dignas, pero no donan a su país 320 millones de euros para la lucha contra el cáncer. ¿Qué para el Sr. Amancio Ortega esos 320 millones es calderilla? Bueno, pues bendita calderilla. Porque aquí, el fin sí justifica los medios. Porque no me importará cómo consigue su dinero el Sr. Amancio Ortega, pero sí me importa mucho toda la gente a la que beneficiará esa donación. Quizás ese dinero pueda salvar un día la vida de mis seres queridos, de mi familia, de mis amigos o la mía propia. Y por la misma razón egoísta que no pienso en el niño explotado cuando me compro una camiseta en Zara, sí que pienso en que si mi hija padeciera cáncer me gustaría que tuviese la mejor tecnología a su alcance. Y me enfada mucho, muchísimo, que otras personas con el único interés de crispar más la situación política de España decidan que no quieren darle a mi hija esa oportunidad de vivir. Y me surge la duda de qué harán esas personas tan “íntegras” rechazando donaciones cuando ellos o sus allegados sean los afectados… También me surge la duda de si el fondo de todo esto es que al tratarse de una donación ese dinero no pasa por sus manos.
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