Pantalones rotos

17 de Junio del 2017 - María Rosario González del Campo (Oviedo)

Formo parte de eso que se llama "tercera edad", una época interesante de la vida en la que ya se han visto muchas cosas y uno se va acostumbrando a no extrañarse de algunas. Procuro ser comprensiva y adaptarme a los usos y costumbres actuales. Valoro y agradezco los nuevos medios de comunicación y, dentro de las limitaciones y dificultades que a veces me supone utilizarlas, asumo sus ventajas y eficacia.

A pesar de lo dicho quiero manifestar que tengo un problema de entendimiento concreto que no acabo de aceptar: los pantalones rotos. No acabo de descubrir el secreto del éxito de una prenda aparentemente tan sin sentido. Recientemente he tenido un cambio de impresiones con una chica joven (menos de 18) que se cubría las piernas con un pantalón tan agujereado y tan deshilachado que parecía sacado de un contenedor de restos. Especialmente en la zona de la rodilla el agujero era tan grande que daba la sensación de que de un momento a otro se podía partir en dos piezas.

Con la mentalidad propia de mi edad, le pregunté directamente. ¿Por qué usas esos pantalones?, ¿son cómodos?, ¿te encuentras bien con ellos?, ¿son más baratos? Las respuestas fueron inmediatas: no los encontraba favorecedores, ni cómodos, ni baratos (de hecho son más caros que los demás), ni bonitos... pero están de moda, aunque confesó que en invierno pasaba mucho frío con ellos. No me extrañó la contestación porque he visto en internet que hay firmas que presentan vaqueros hasta con 24 tipos de rotos. Incluso una reseña de una conocida revista de moda mostraba "el último look" de una modelo que aparecía embutida en unos mini "shorts" completamente raídos para demostrar que el destino de esta prenda es "deconstruirse".

Una extraña moda que opino va contra toda lógica. Siempre pensé que la moda servía para adornar a la mujer y presentarle distintos modos de estar atractiva en cualquier situación: fiestas, descanso, deporte, baño, etcétera, pero nunca hubiera podido pensar en que su fin fuera "deconstruir".

Me duele pensar que haya personas capaces de buscar cómo destruir la belleza, la moral, el respeto, la imagen. En mi conversación con la joven le hice ver lo que podría sentir una persona sin recursos económicos al contemplar semejantes espectáculos grotescos. Se encogió de hombros y simplemente dijo: "ya, pero lo llevan todas".

No espero que esta carta lleguen a leerla las usuarias de pantalones rotos, pero me alegraría saber si hay alguien que opine como yo y que esté dispuesto a tratar de defender la importancia del vestir bien, adecuadamente con la edad y posición que se tiene, buscando transmitir su personalidad a través de su ropa, sin dejarse llevar por las originalidades de algunos destructores de la belleza femenina.

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