Al pintor Antonio Sellaño desde Cataluña
Querido amigo Antonio, en la vida hay momentos que por esperados cuando suceden, golpean fuertemente el corazón y fue al leer en las redes sociales lo que tu hija Pilar escribió, ”Ha muerto mi gran padre”, y al instante ves a la vez que ha muerto tu gran amigo.
Nuestra amistad empezó en 1976, en que yo celebraba una exposición de pintura en la Caja de Ahorros de Asturias, en el corazón de Oviedo, una ciudad hecha arte, por sus hermosas esculturas. Tú al entrar en mi exposición te prendiste de mis colores y mis luces mediterráneas, las de mi Ampurdán, recuerdo que no querías que ninguno de tus amigos pintores, aquí todos eran amigos tuyos, ya que es imposible no serlo por tu gran bondad, se perdieran aquella fiesta de luz y color que desprendían mis lienzos, y tú quisiste con el tiempo conocer mi tierra de donde manaba mi obra. Recuerdo te vine a esperar al aeropuerto de Barcelona y la sorpresa mía fue verte salir con un puchero colgado de la mano, en que me llevabas unes fabes que me había cocinado tu esposa Zaida, ¡ah!, y dos botellines de sidra, sabías bien que aquello era lo más deseado para mí. Nunca olvidé este gran detalle.
Vistes mi tierra, estabas embriagado de la belleza de mi lugar de inspiración… pero, mira por dónde, yo igual me enamoré de los paisajes asturianos, los verdes adormecidos perdiéndose entre las nieblas, donde traslucían los más inverosímiles grises, casi increíbles, aquellos que al pintarlos te sobrecogen el corazón, tal como si cometieras una profanación en la divina pureza de estos paisajes. Yo de tu mano recorrí las entrañas de tu paisaje, subimos a Muros de Nalón, bajamos a las playas de Candás, la Concha de Artedo, Luanco, Cudillero, fue un gozo para el alma de este pintor trasladar la belleza de esta tierra, de paisajes ondulados, que suben en busca de los cielos allá en los altos de Covadonga… una tierra de alfombras verdes hasta la orilla del mar, es tu tierra querida, que tanto has pintado, una tierra que yo la he bautizado como “la tierra de color esmeralda”, la misma tierra que tanto has amado y que es ahora la que cubre tu cuerpo inerte.
Sabes Antonio de que cuando un amigo se nos va siempre piensas ¿y por qué no estuve más tiempo con él?, una llamada telefónica en estos últimos días, pero me queda el consuelo que sabiendo de tu gravedad, justo hace un mes, con mi esposa Paquita, cogimos un avión y fuimos a Moreda a darte el último abrazo.
Querido Antonio, estás ahora en el cielo o en el Olimpo, y después de hacer los trámites de admisión seguro te habrán mandado al departamento de los grandes artistas, allí te habrán hecho lugar los del Renacimiento, Rafael, Leonardo, cerca estarán los nuestros, Velázquez y Goya…, pero seguro con los que irás a pasear más a gusto será con los tuyos, Nicanor Piñole, Casariego o Evaristo Valle… y allá en la eternidad hazme un sitio para cuando llegue mi hora… quiero estar junto a mi amigo el “aldeano” Sellaño… que es igual a decir mi hermano Antonio.
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