Orgullosos de Rocío
El motivo que me ha llevado a escribir esta carta, en mi nombre y también en el de mi mujer, no es otro que el gran sentimiento de satisfacción que ambos sentimos gracias a nuestra hija Rocío. Desde su nacimiento siempre pensé, y sigo haciéndolo, que era lo mejor que había hecho en mi vida. Por eso su madre y yo siempre tratamos de volcarnos intensamente para ofrecerle la mejor educación, tanto en su desarrollo personal como en sus estudios.
Desde muy pequeñita, y durante su tiempo de estudios como alumna del colegio Loyola y el Instituto, debo decir que fue mayoritariamente su madre la que ejerció la labor de seguimiento y dedicación hacia ella en este aspecto. Durante todo este tiempo Rocío fue obteniendo buenas calificaciones y todo apuntaba hacia el mejor deseo de sus padres.
Sus firmes y buenos pasos formaron el itinerario del camino correcto hacia su meta anhelada. Superada la selectividad, tras dos años en Gijón, obtuvo el Grado Superior en Laboratorio de Diagnóstico Clínico e hizo sus prácticas en el Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Oviedo, donde actualmente desarrolla su labor profesional.
Al mismo tiempo que trabajaba comenzó a estudiar Enfermería. Bien recuerdo ir a buscarla al Centro Comunitario para llevarla al HUCA o al Hospital Naranco –o viceversa– para realizar las prácticas. No pocas veces tuvo que comer en el coche porque no tenía tiempo material para hacerlo en casa. Durante su meritoria carrera de Enfermería tuvo muchos seguidores con sus valiosos apoyos. Desde su abuelo César –que en paz descanse– con su entusiasmo y confianza, hasta su abuela Tina, con su fe en ella y sus velitas. Tampoco le falló su madrina, Mari Carmen, preocupada y atenta, y por supuesto nosotros, sus padres.
Por todo ello y porque hoy Rocío ya es graduada en Enfermería, nosotros, su madre y yo, queremos expresar este orgullo de padres, del que a buen seguro también serán partícipes todas aquellas personas, amistades y compañeras que la conocen. También se siente orgullosa nuestra gran familia, tanto los que nos han dejado como los que están. ¡Gracias, Rocío!
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