Bicicletas y desprecio al peatón
Gijón es desde hace bastantes años una ciudad desagradable, inhóspita y, lo que es peor, muy peligrosa para los peatones, los más débiles del espacio público (y en especial ancianos, niños y discapacitados). El peatón gijonés se juega su integridad física desde que pisa la calle por la mañana hasta que vuelve a casa por la noche. Los peatones en Gijón carecen de derechos y de espacio público propio: no existen ni aceras ni paseos para peatones, ni pasos para peatones ni calles peatonales. La mayoría de los ancianos sale con miedo a la calle y los discapacitados (ciegos, baja visión, movilidad reducida...) llegaron a hacer público que viven “amargados” en Gijón. Aceras, paseos y calles peatonales tienen que “compartirlas”, lo quieran o no lo quieran, con una auténtica plaga de miles de gamberros en bicicleta, que tanto de día como de noche ni respetan las leyes ni respetan a las personas. Gamberros a los que si se les llama la atención te insultan, te amenazan y hasta te agreden: el abajo firmante y su octogenaria madre lo saben bien por experiencia propia. Sin olvidar que en Gijón ha habido por atropello de bicicleta al menos un muerto, ancianos gravemente heridos, una mujer parapléjica y niños y trabajadores arrollados.
Hace casi treinta años en la prensa ya se publicaban quejas de los peatones por este gamberrismo y desde entonces las cosas han ido a mucho peor: familias enteras haciendo el gamberro (es decir, padres y madres enseñando a sus hijos desde pequeños a infringir la ley y a faltar al respeto a sus conciudadanos) o incluso ancianos o personas muy conocidas del mundillo cultural y educativo gijonés haciendo el gamberro por aceras y paseos con sus bicicletas.
En Gijón, realmente, todo el mundo se ríe de los peatones. De una forma directa, los gamberros, e indirectamente, el Ayuntamiento, los partidos políticos, tanto de derechas como de izquierdas, las asociaciones de vecinos, la Federación de vecinos, las asociaciones pro-bici... Todos ellos han fomentado el uso de la bicicleta de una forma irresponsable e irracional –basta con salir a la calle para comprobarlo– y todos ellos hacen como que no existe este problema. Carezco de espacio para especificar las razones. Sólo diré que si los peatones gijoneses fuésemos toros, perros, gatos o incluso animales de circo se habrían preocupado mucho más por nosotros los gobiernos municipales y los partidos políticos que siendo, como somos, humanos. ¿Hasta cuándo seguiremos “fabricando” este gamberrismo en Gijón y los peatones seguiremos siendo ciudadanos de la más baja categoría?
José Luis R. Menéndez
Gijón
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