Nieve irresponsable
Siguiendo una costumbre firmemente enraizada en nuestra sociedad, bueno sería declarar la nieve responsable civil subsidiaria de nuestros males, puesto que ante la situación generada durante el reciente temporal, no hemos podido observar asunción de responsabilidad por parte de un amplio sector de la ciudadanía.
Si la situación atmosférica es desfavorable, papá Estado, comunidad autónoma o Alcaldía han de resolver mi problema, yo, por supuesto, no tengo que asumir responsabilidad alguna en el ejercicio de mi derecho constitucional a la libre circulación por el territorio nacional.
¿Me aconsejan no viajar innecesariamente? Yo haré lo que me dé la gana. Algún periodista incluso se ha quejado de sus problemas con la nieve por necesidad de una fartura. ¿Cómo es posible que no esté despejada la carretera? ¡Y mi fartura! ¡Por Dios, un respeto a mi derecho a la gula!
¿Cadenas? ¿Se han preguntado qué porcentaje de conductores lleva cadenas en su vehículo? Y de los que las llevan ¿cuántos saben ponerlas? También hemos leído el comentario crítico a un luminoso en las vías asturianas en el que se advertía de esta situación, cuando los hechos demuestran fehacientemente la torpeza de numerosísimos conductores ante un par de cadenas.
Somos conscientes de que los países nórdicos o centroeuropeos, en los que la nieve es una situación cotidiana, no suelen alcanzar normalmente las cotas de caos que conseguimos en España. ¿Se han parado a pensar que sus ciudadanos asumen la parte alícuota de responsabilidad que les corresponde y llevan sus vehículos debidamente acondicionados de octubre a primavera? ¿Cuántos ciudadanos en España conducen, por ejemplo, con ruedas de invierno?
Las administraciones públicas son responsables de la seguridad vial en todas las circunstancias, pero los ciudadanos no podemos sustraernos a nuestras propias responsabilidades.
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