¿Abrir las iglesias para recibir el Orgullo gay?
Me vino a la mente de inmediato la Palabra de Dios: “A tu Dios adorarás y sólo a Él darás culto”, “Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración”..., cuando leí en LA NUEVA ESPAÑA el siguiente titular: “El Padre Ángel pide que se abran las iglesias para recibir el Orgullo gay”.
Me ha sobrecogido dolorosamente esa noticia que pretende ser un consejo por parte de un sacerdote, y que ha impactado en mí, en mi fe sencilla de personilla sin grandes conocimientos teológicos, pero que no ha abandonado las enseñanzas recibidas del Magisterio de la Iglesia en su fe católica.
¿Qué sentido tiene un templo si no es para dar gloria a Dios, que habita en él? ¿En qué lugar dejamos a Dios en su templo si lo dedicamos a dar gloria a los hombres? ¿Procede, acaso, postergar a Dios en favor de banderas humanas dejándolo en el último lugar y arrinconado?
Claro que nadie debe ser excluido, que toda persona humana debe ser acogida, que los brazos de la Iglesia católica han de abrirse a todos los hombres con sus peculiaridades y con los lastres que puedan llevar, pero no es una iglesia el lugar para desarrollar un centro social que dé cabida a las tertulias, a pernoctaciones, a banderas de ningún tipo de Orgullo. Para eso el padre Ángel, con la capacidad de relación humana que tiene con gente dispuesta a ayudarle en su labor social, bien podría procurar tener con premura un gran local de acogida para recibir a todo tipo de gente que quiera o necesite acudir.
El Padre Ángel realiza una magnífica labor social que es fácil reconocer y elogiar, pero es sacerdote y como tal el mayor favor y misión social que puede realizar es conducir a las personas a la fuente de la Verdad, que es la única que real y verdaderamente puede saciar las necesidades interiores de los hombres.
A Dios, lo que es de Dios. Al hombre, lo que es del hombre.
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