Prescribió el amor
Cuando alguien es ensalzado por una colectividad, es que algo tiene a destacar; cuando sólo lo hace uno, dos, o tres, es simplemente amistad.
Viene al caso porque leemos con demasiada frecuencia halagos y agradecimientos a diferentes personas, no por que hayan inventado la penicilina del siglo XXI o por escribir el “Quijote” mejorado; simplemente le dedican una misiva cargada de alabanzas por una vida dedicada a su profesión sin otro mérito que ser buen profesional y buena persona. ¡De éstos, a montones podemos encontrar! Lo cual resaltar lo cotidiano y lo habitual es una pérdida de tiempo, más si la persona en cuestión ha muerto; “después de muertos / todos buenos”.
Decía mi madre: “No quiero cumplidos cuando muera, las flores me las dais en vida”. “A poder ser, mejor que sea jamón del bueno”. “Después de muerta, la cebada al rabo”.
Todos conocemos personas que algunos destacan y añoran después de muertos, cuando en vida nadie, ni esos mismos, les hacían parecidos merecimientos y atenciones.
Todos vemos las residencias de ancianos llenas de viejecitos con mirada tan triste que daña los sentidos. ¿Qué se dirán a sí mismos? Recordarán día y noche, minuto a minuto, cuánto sacrificio para sacar adelante a unos desalmados hijos (eso sí, la herencia se la pelearan cómo hienas), pero lo que es cuidar y dar cariño en esos últimos años de vida a quien tanto y tanto hizo por ellos ¡nanay de la China!, mientras, ¡eso sí!, las mascotas ocupan su lugar en casa, llevándolas de paseo y vacaciones, recogiendo su mierda y baba; mientras les asquea hacerlo con sus padres y abuelos, y no tienen tiempo ni para visitarlos a diario. Luego, cuando mueran, se llenarán los tanatorios de coronas y ramos de flores con los nombres de los retoños destacados en ellas, como si todo fuera de verdad, como si todos no supieran cómo fueron arrinconados en vida, para ahora hacer señuelo ostentoso delante de todos de amor maternal. Incluso le mandarán a “Cartas al director" un discurso cargado de sentimiento y agradecimiento en un intento de enmendar y acomodar su conciencia.
Lo que no se honra en vida, en la muerte ¡ya no vale! Prescribió el amor.
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