Dolor, tragedia, lucha, supervivencia
En respuesta a la carta publicada por este periódico el viernes 30 de junio bajo el título “Orgullo heterosexual”, pienso en cómo contestar en tan breve espacio a tantas tergiversaciones. ¿Cómo dejar claro que las celebraciones del orgullo son producto de una historia de dolor y tragedia, pero también de lucha y supervivencia?
El Orgullo no es una “apología de sentimientos y prácticas”. Es el único día al año en el que muchos miles de personas en España pueden y se sienten libres de ser como son, demostrar su legítima sexualidad y su orgullo. La sexualidad no está en el dormitorio: su sexualidad, la heterosexual, nos invade en los telediarios, las películas y las revistas. Su religión aún nos envía al infierno, nos llama enfermos. La sexualidad es tan política como la economía, si no más. Como decía de Beauvoir, lo personal es político.
Deje de fijarse en la fiesta, aprecie su significado. Decenas de hombres gays son asesinados en Chechenia, cientos de adolescentes LGTB consideran el suicidio alentados por cartas como la suya. Que Madrid se convierta en una ciudad que da la bienvenida a todos aquellos que luchan con su vida y su sexualidad por la libertad en un mundo más justo es un acto de increíble valor político, a nivel personal y mundial. Ante el silencio y la oscuridad impuestos, no hay mejor herramienta que la visibilidad, que la luz de colores. Pero también le estoy agradecido: gracias a su carta nos queda claro cuánto camino hay aún hay por recorrer, cuánta educación aún es necesaria, cuánto amor, cristiano o no, les falta. Le insto, no obstante, a que acuda a una de las muchas celebraciones. Descubrirá que, bajo la capa de música y fiesta, la comunidad LGBT+ se une en este día para celebrar un "amor humano y fecundo," para formar familias tan válidas y humanas como la suya.
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