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Goya / Carsten Höller

10 de Julio del 2017 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijón)

Mi desafección por el arte moderno (salvo honrosas excepciones) viene de muy lejos. No es una de mis tantas manías en mi proceso de envejecimiento. No. Recuerdo el verano de 1973, siendo todavía estudiante y encontrándome en Alemania trabajando, visité la ciudad de Frankfurt que alberga el Museo de Arte Moderno (Museumsufer), no pude acceder al mismo, porque llegué cuando ya estaban cerrando, eso sí, conseguí observar por una de las ventanas laterales del edificio que, en una de las salas que mantenían cerradas al público, se encontraba el artista en pleno "proceso de creación", para lo cual disponía de tres ayudantes que le llenaban cubos de pintura de distinto tamaño y color y empujaban la tarima móvil desde la cual el "artista" daba instrucciones. Su proceso creativo (su "brocha") consistía en lanzar el contenido de los cubos en un lienzo de grandes dimensiones (supongo que el azar aquí jugaba un papel importante). No fui capaz de quedarme a ver el final de "la Obra". Desde entonces se inoculó en mi cerebro una incapacidad para apreciar y sentir gran parte del llamado arte moderno.

Hace unos días estuve en Santander, visitando el nuevo edificio del Centro Botín, inagurado el pasado mes de Junio, obra del arquitecto Renzo Piano. El edificio no consiguió "atraparme" como en su momento lo hicieron el Guggenheim de Bilbao, el Centro Niemeyer de Avilés o el Centro Pompiduo de Paris..., cuyos retos, entre otras cosas, consistía en integrar nuevas líneas arquitectónicas en espacios rodeados fundamentalmente con la historia y la arquitectura de la ciudad. Contemplado el Centro Botín desde la ciudad o desde el mar, me dejó indiferente. No me atrapó.

En cuanto al contenido, dos exposiciones que reflejan el abismo que separa las nuevas tendencias artísticas (Carsten Höller) cuya efimeridad es lo único que está garantizado y el arte que seguiremos admirando aunque pasen mil años (Goya) y que nos seguirá deslumbrando.

Cualquier consideración que haga sobre Goya sólo puede llevarme a ruborizarme, sería un insensato; pero no puedo dejar de expresar mi admiración por uno de los grandes genios de la pintura, cuyo arte estaba al servicio de la denuncia de las miserias y comportamientos del ser humano y de sus instituciones.

La exposición titulada: "Ligereza y Atrevimiento. Dibujos de Goya" permite a los amantes de éste genio, recorrer a través de 83 dibujos la evolución de su arte y pensamiento cuando estaba al servicio de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara y conocer sus trabajos previos a la creación de sus grandes obras: "Los Desastres de la Guerra", "Tauromaquia", "Sueños" ("el sueño de la razón produce monstruos"), "Disparates", "Pinturas Negras" "Los Caprichos"...

La exposición permite también conocer los cuadernos o álbumes de los dibujos de Goya, desde el cuaderno italiano de 1770 y los seis álbumes catalogados de la letra A a la F. Todos proceden del Museo del Prado, cedidos para la exposición del Centro Botín.

La segunda exposición está dedicada al artista Belga Carsten Höller, de quien los responsables de la exposición lo presentan como, "el artista reconocido internacionalmente por su exploración constante de la naturaleza de la experiencia del espectador, cuya participación completa la obra (subrayado mío) Para ello, se invita al visitante a adentrarse en el conjunto de la obra girando hacia el norte o el sur de la sala para vivir un conjunto de experiencias únicas, como algo a medio camino "entre el éxtasis y la locura"

Debo de ser insensible o estar poco dotado para vivir tan tentadora sugerencia porque nada de lo anunciado hizo mella en mí, lo cual lo agradezco porque ni el éxtasis ni la locura me han visitado en mis 67 años de vida. Una de sus obras consiste en mantener esparcido en el suelo, un montón de medicamentos (al principio pensé que se trataba de alubias pero mi esposa me sacó de mi error) para lo cual dedican una azafata que nos advierte (entre sonrisas) para no pisar "las alubias"

Si por casualidad el visitante consigue vivir estas experiencias, al final puede completar el "éxtasis" durmiendo una noche en el museo encima de la obra Elevator Bed (cama ascensor) por el módico precio de 350 . Supongo que habrá alguien a quien le tiente la prometedora sugerencia...ya saben, como decía el torero "El Gallito"..."Hay gente pa' to".

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