Fuego en el medio rural
Una oleada de incendios se ha desatado en la península Ibérica, comenzando por el vecino país de Portugal, cuyo incendio no ha podido ser más dramático ni más desastroso, con varias decenas de víctimas mortales y más de un centenar de heridos. Luto y dolor en Portugal, que España ha hecho suyo. Y aquí el fuego ha causado un gran daño en esa joya y hermosura que es el parque andaluz de Doñana y su entorno habitado. Y siguieron los incendios por otras partes de nuestro medio rural, que es donde más se produce y se ensaña el fuego casual o intencionado, dado que los bosques y su vegetación son propicios para ser pasto de las llamas. Y tanto en Portugal como en España, al parecer, hay sospechas fundadas de que todos esos fuegos han sido intencionados. Y no tienen más que una calificación: terrorismo ecológico.
Sí, es otra manifestación del terrorismo, además de ese otro que asesina y destruye por todas partes hoy. Desde la voladura de las Torres Gemelas en la ciudad norteamericana de los rascacielos (esos monstruos de hormigón, verdaderos hormigueros deshumanizados, es a lo que están expuestos, además de otros problemas e inconvenientes), ese terrorismo sigue golpeando fuerte, ahora en Europa, sobre todo en Francia, Alemania e Inglaterra. Es ya una guerra abierta al mundo occidental. ¿Por qué los pueblos y las religiones no pueden entenderse, convivir y vivir en paz? Que haría de este planeta nuestro el verdadero paraíso, y no este polvorín que un loco puede hacer saltar por los aires con esas armas y bombas nucleares que convertirían el mundo en un gran cementerio sin vida alguna, ni racional ni irracional. Por lo pronto, el provocativo de Pyongyang, de Corea del Norte, anuncia que va a lanzar un misil intercontinental, en evidente amenaza a los EE UU, cuyo presidente, Trump, amenaza también con bajarle sus humos bélicos. Sí, que un loco lo puede mandar todo al carajo.
Terrorismo ecológico. Hay que acabar con él, con mano dura. No se puede consentir que nadie, deliberadamente, convierta en cenizas nuestro medio rural, en el que la naturaleza nos ha dado lo mejor de sí: paisaje, tipismo y belleza, amén de pueblos y aldeas cuyas gentes son un ejemplo de honradez, trabajo y convivencia.
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