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¡A qué edad somos viejos?

15 de Julio del 2017 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

Y, además, ¿cómo llegar a los 100 años con buena calidad de vida? Dietas y hábitos al margen, la respuesta está en los genes. Todos queremos ser útiles y tememos ser dependientes. En fin, puede decirse que la salud determina la fragilidad y hasta la vejez de cada individuo.

Pero cada vez está más en nuestras manos la posibilidad de vivir más tiempo, y aspiramos a que esa vida más larga no sea la que le correspondería a la persona mayor, sino a la de un cuerpo sano y al máximo de sus potencialidades. La clave está en conseguir “una vida de calidad”, no simplemente en seguir viviendo.

A medida que vamos cumpliendo años, es cada vez más frecuente escuchar de amigos frases como éstas: ¡pero si estás igual que siempre!, ¡si no pasan los días por ti!, ¡si estás hecho un chaval! Y claro, a tan generosas expresiones, se imponen respuestas adecuadas: ¡pues anda que tú!, ¡si cada día se te ve mejor! No hay duda de que en el fondo, inconscientemente, nos dejamos llevar por una metodología lisonjera. Lo que más nos interesa, por supuesto, no es que el otro esté o deje de estar igual que siempre, sino que nos haga creer que lo estamos nosotros. Y de estar cada día más jóvenes, nada de nada. Puede que hayamos perdido o ganado unos kilos, puede que, por cualquier causa, llevemos el “guapo subido”, y puede que nuestro aspecto, atuendo, etcétera nos haga parecer ante los demás que de verdad los días no pasan por nosotros. De cualquier forma, para mí, ese intercambio de mentirijillas resulta divertido, aunque en muchas ocasiones provoca pena. Sí, pena, porque, en definitiva, estamos aceptando que estamos envejeciendo. Y bien conocido es aquello que dice: “Empezar a sentirse joven es el primer síntoma de la vejez”. No, no se nace viejo, pero se empieza serlo desde el primer día de vida.

Según el exjugador de baloncesto Juan Antonio Corbalán, médico especialista en enfermedades cardiovasculares, España ocupa un lugar alto en el envejecimiento con calidad de vida. Pero no basta con que la vida sea larga, debe ser saludable. Siempre recordaré lo que en unos cursos de la Universidad Menéndez Pelayo, de Santander, añadía: “Que en su clínica entrena para vivir y no para competir”. Hay que huir del sedentarismo, mover el esqueleto y “airear” el cerebro mientras se camina. No se trata sólo de cumplir años, hay que vivirlos. Es, pues, una realidad el “viejo joven”.

Nuestros antepasados a los 40 años ya eran viejos y hasta vestían de negro. Hoy, con mucha más edad, nosotros vestimos con ropas alegres y juveniles. No hay que ser pesimistas al cumplir años. Es evidente que al nacer empezamos a envejecer, pero hay que estar contentos por cumplir los años que prevén las estadísticas.

Y, además, como decía el dramaturgo Joaquín Calvo Sotelo, siempre que se cumplan de la siguiente manera: “Tener la cabeza clara, el cuerpo indoloro, el corazón alegre, números negros en la cuenta corriente y rojos en la sangre, tener hijos, nietos y amigos, una agradable ocupación y por las noches, un libro y un beso de mujer”.

Sí –yo me permito añadir–, aunque ciertamente nos hagamos mayores en un país que parece no ser para viejos.

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