El cachopo, el opio del pueblo
Cada vez es más frecuente ver en internet o en las redes sociales (e incluso como relleno en la prensa, por la falta de actividad en época estival) jocosos artículos que apelan a una asturianía líquida (sidra aparte) y de pandereta.
El asturiano medio se llena de orgullo y satisfacción (como diría el otro) cuando lee en alguno de estos medios que el cabrales está partiendo la pana en el extranjero o entra en cólera y le sale la vena activista cuando en un supermercado de Madrid colocan la sidra en la sección de “Artículos madrileños”. Y es que no hay mejor manera de sentirse asturiano y luchar por la tierrina que poner el mundo por montera (picona) ante estas situaciones banales.
La caída de la demografía asturiana, la emigración de los jóvenes, el aumento de la contaminación o la pérdida de tejido industrial parecen ser temas que no interesan tanto al personal. La lucha obrera se ha sustituido por una “lucha cachopera” donde el insultar on-line al cordon bleu (plato francés de elaboración similar al cachopo) ya sacia nuestras ansias de revolución y nos hace recostarnos en el sofá con la sensación de los deberes hechos y patria defendida: “el paro que suba lo que quiera, pero al cachopo ni lu toquen”, además así, como de paisano de pueblo, en llingua (único uso que nos dejan hacer de la rica lengua propia), ya si añadimos un “me cagon mi mantu” somos astures cien por cien. Que eso es otra cosa, porque si por el pitu caleya ma-ta-mos, como diría Belén Esteban, gran experta en aves de corral (¡Andreíta, cómete el pollo!), por la Pita de la oficialidá ni nos remangamos, pero como diría el narrador de “Conan el bárbaro”: eso es otra historia.
Pero no me malinterpreten, no me refiero a que debemos rechazar la asturianía, todo lo contrario, debemos reafirmarla añadiendo nuevos baluartes y quitándole las casposas etiquetas. Tan importante es echar un buen compangu a la fabada como repoblar las Cuencas, la denominación de origen de la sidra como la del acero, el sacar pecho para defender el gamonéu como para defender al ganadero al que le pagan una miseria por el litro de leche. Que cuando hablen de asturianos se hable tanto de los “folixeros” como de los investigadores actuales en el campo de la medicina y la ingeniería, del movimiento minero que aportó derechos al resto de trabajadores españoles o de los antiguos alumnos de Minas, responsables de casi todo el desarrollo nuclear en España en los años setenta. Que cuando leamos: “Expresiones que sólo un asturiano entiende”, nos entren ganas de escribir “reivindicaciones que sólo el asturiano hace”.
Ignacio Campa González, Soto del Barco
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