Cabeza rodadora
Nunca estuve de acuerdo con el planteamiento filosófico de Descartes: "Pienso, por lo tanto soy", en latín. ¿Por qué no decir que piensas luego gravitas, al compás meciéndote en tus engañosas palabras?, que parece más acertado. Buf, qué lío, la filosofía es un callejón sin salida en el jardín de infinitos senderos que se bifurcan. El presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, del que no dudamos que esté dotado de abundante pero hueca cabellera, no alberga dudas como nosotros sobre la necesidad de continuar con el proceso liberador independentista. O conmigo o sin mí y que nadie ose dudar del referéndum metiendo el dedo en la llaga. Jordi Baiget, consejero de Empresa y Conocimiento de la Generalitat de Cataluña, ha dudado una sola vez y su cabeza ha rodado.
Tenemos un problema que trae cola, porque afecta a la colectividad. La falta de autoridad, que está extendida en todos los ámbitos y por los distintos escenarios: social y de convivencia, en la inmigración y como no, en política, como no podía ser de otro modo. "Damos miedo al Estado y más que daremos" dice el presidente de la Generalidad, Puigdemont, el chico del flequillo yeyé. Se ha hecho fuerte en un acto arropado por medio millar de alcaldes independentistas, que le han llegado a ofrecer local y urnas para la consulta que se va a celebrar (o no, depende) el primero de octubre. A la vuelta de la esquina. Les ofrecimos una mano interesada y nos han tomado el brazo. De nada ha servido tratar de comprar su silencio sirviéndoles una suculenta porción de la tarta presupuestaria, porque su hambre es voraz. No han perdido el apetito, desde que eran comodín y apoyo, para que gobernasen los partidos tradicionales españoles (PP-PSOE).
Un loco junto al fuego, jamás lo deja quieto. El sin par presidente de la Generalitat Arturo Mas, que igual a él no hay dos, aunque Puigdemont, alias el yeyé, no le quede a la zaga, el Molt Honorable echó de su despacho a las víctimas de la banda terrorista ETA del atentado de Hipercor durante su mandato y le retiró a la asociación la subvención. Esta fue la venganza, servida en plato frío, en el pasado por Artur Mas, el otrora don Mendo y representante de la frustrada burguesía independentista catalana. Un mal, muy vil, que ahora el yeyé Puigdemont quiere reparar, devolviéndoles ¿con los debidos atrasos?, el importe íntegro de la subvención.
Estaba pensando en marcharme unos días de vacaciones a Tremañes (el presupuesto no da para más, que quieren), pero he desistido y he cambiado de opinión. Me quedo en mi casa, arropado con una manta (me han cortado por impago la calefacción y aunque estemos en verano por las noches rasca, que quieren) frente a la tele, con los ojos abiertos como platos como el emoticono sorpresa del uasap, viviendo intensamente el momento político actual. El alzamiento del movimiento nacional independentista al mando del general del flequillo (que no mola), chapucero, pero no exento de peligrosidad, sangre fría y malicia, de Carles Puigdemont (alias el intrépido) y sus adláteres. Pero, ¿donde anda perdido nuestro presidente español don Mariano, alias zampabollos? Activamos el sistema de localización GPS para conocer su ubicación. 'El presidente de la nación está tumbado en la tumbona frente a la piscina con el dedo gordo del pie derecho sumergido en el agua para refrescarlo, en el jardín de su chalet'. Me dice, la voz metálica que sale del celular.
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