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Bibliotecas municipales y centros integrados

29 de Julio del 2017 - Luis Ángel Gil Urbón (Gijón)

Hace mucho que no les hablo de las bibliotecas y centros municipales integrados, ocho años, casi dos legislaturas de plazo al actual gobierno municipal. Un plazo razonable, creo yo, para ver mejoras, para haber efectuado algunos cambios. Nada, cero patatero o en todo caso las cosas a peor. Viernes por la mañana, biblioteca en la tercera planta. Me encuentro tranquilamente sentado leyendo La Nueva España, en uno de los sillones en el espacio reservado a la lectura. Cerca hay otros usuarios también leyendo los periódicos. Dos chicas, las empleadas, arrastran en este espacio sillas y mesas con gran estruendo, golpeando en varias ocasiones con una gran mesa mi sillón, fuertemente. Llego a asustarme, al estar distraído leyendo el golpe no lo esperaba (sin disculpas ni perdones). El resto de usuarios las mira visiblemente molesto, irritados. Esto que les cuento no es un hecho aislado, puntual. Ya que se produce a diario en todas las bibliotecas municipales y centros integrados de Gijón. Por ejemplo, en otra, le pregunto al empleado un lunes por los periódicos del fin de semana y me contesta de malos modos "¡qué-sé-yo!" (se la bufa), y pasa de mí. Ni se molesta en preguntar o indagar. La otra, empleada también, te devuelve la tarjetita con el número del ordenador que te corresponde en la mediateca sin estirar el brazo, la posa al lado para que tú lo estires. Eso si no te dan el número de ordenador equivocado o se olvidan de encenderlo y tienes que volver a avisar, "uy, es que se me olvidó". Te dice, y prosigue con lo suyo, con la conversación telefónica interna que mantiene en voz alta con otros empleados para cambiarse días, o con la charla amistosa (en voz alta), con la otra empleada, ya que para que no se aburran las ponen emparejadas. Eso sin contar las que se dedican a estudiar para el examen de promoción interna, en un rincón del departamento, dejando diariamente la ventanilla de atención al público desatendida. Y ya no les digo si el pavo o la pava está afiliada al sindicato, apaga y vámonos.

Son señoritos, empleados o funcionarios (o lo que sea) públicos fijos y como a tales hay que tratarles. Lo último y más novedoso, es que la empresa privada contratada por el Ayuntamiento para las labores de limpieza se ocupe también de cubrir las bajas: asuntos personales, días moscosos y sin mosquear, vacaciones de verano, Semana Santa y navidad, juegos de mesa para los federados que se hacen funcionarios para gozar de más tiempo libre para jugar, y otros dias de que disponen, gozan y disfrutan estos sujetos, a los que diariamente tenemos que soportar.

Y ahora les dejo, tengo que sacarme una muela en la clínica privada. La dentista del Centro de Salud (era lunes, claro) que si infección (el de la privada no detectó ninguna infección) y receta (luego se quejan del gasto farmacéutico), vuelva la semana que viene. Pero eso, aunque con el mismo denominador común, es otra historia.

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