Innovación en la función pública
Estamos en tiempos de cambios, pero no captamos las consecuencias, y tomamos decisiones por rutina desde lo ya sabido. Luego, nos escandalizamos ante sencillas concepciones innovadoras porque nunca han existido. Hoy los jóvenes estudian para estar sobradamente preparados para un mundo que desaparecerá, antes de que terminen de graduarse. Uno de cada tres jóvenes estudiantes dice querer ser funcionario. Pero: ¿qué es la función pública? Sin complicaciones ni criterios preestablecidos, diremos que es aquella función que realiza un servicio o actividad productiva para el bien general. Cierto que, con esta definición, caben dos categorías: el funcionariado y el empresariado. Funcionariado: conjunto de personas que trabajando desde la Administración, la política o las empresas públicas, lo hace por el bien general del Estado, esperando recibir un bien propio o remuneración pagada de forma colectiva con los impuestos. Empresariado: conjunto de líderes que al frente de un grupo de personas que conforman la empresa, trabajan por el bien propio buscando ser apreciados por todos sus clientes: que son quienes pagan de forma privada.
En el bloque soviético se impuso la eliminación del empresariado mediante un régimen que, él y sus seguidores, consideraban algo necesario para el bien general. También erigió un muro contra la libertad, y estableció la persecución de los disidentes. Todos eran funcionarios, pero sin libertad alguna. Al otro lado del mundo se impuso la defensa de la libertad, y algunos limitaban todo lo que significase funcionariado. En la zona fronteriza (e híbrida que era Europa) se estableció un Estado del bienestar centrado en la Sanidad y en la Educación publicas. Pero incluso al otro lado del mundo, un Estado emprendedor pagaba, y aún paga, proyectos de investigación que luego son aprovechados por el sector privado. Es lo que ha ocurrido con Internet o con el software de las IA: luego se utiliza para otras cuestiones como el "algo-trading" o negociación algorítmica, que convierte a los mercados financieros en algo únicamente para nano-segundos o super-ingenuos. Lo malo no sería que se aprovechen de los algoritmos para hacer sus triles, sino que los usen para eludir el pago de impuestos, colocando sus bienes en paraísos fiscales sin dejar huella. La libertad es lo que más importa, y no importa pagar impuestos si con el dinero de todos se mejora la libertad de todos y no sólo la de unos pocos. La libertad siempre es la que se da a los otros; sólo la Constitución nos la limita y nos la da como derecho. Además, como nadie es libre sin salud y como todo el mundo es esclavo de su ignorancia, la Sanidad y la Educación o Formación públicas, deben ser los pilares del Estado de bienestar. Eso sí, sin olvidarnos de que un Estado emprendedor debe contratar y pagar la investigación necesaria. Quedan aún la libertad de existir y la libertad de desarrollar una ocupación por el bien propio y el general. Quizá haya llegado ya el momento de una innovación en la función pública, mediante una renta básica universal y un salario ocupacional: como contribución del Estado en el pago de las ocupaciones; seleccionándose así ocupaciones y sectores empresariales por su necesidad o éxito.
No se deben subvencionar empresas, sino personas en sus ocupaciones haciendo empresa. Todos seremos algo funcionarios, pero siempre desde la libertad emprendedora como bandera, siendo todos algo emprendedores.
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