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El ratoncito Pérez

2 de Agosto del 2017 - Luis Ángel Gil Urbón (Gijón)

Me aburre el fútbol, sobre todo porque no es deporte, sino abuso (de talón). Aunque hice una excepción, era sábado, de asueto, y no me perdí la final de la Champions. La coló Cristiano Ronaldo, en una entretenida primera parte, de impecable tiro raso cruzado, pero empató la Juventus con una chilena de ensueño, a la escuadra que me maravilló, porque los partidos yo los veo con imparcialidad. De fuerte trallazo y de un balón servido consecutivamente en bandeja a Cristiano, se adelantaron de nuevo los blancos. Bufón mira al cielo, le cuelan aún uno más, porque no hay 3 sin 4. La Juve dejó de existir, el partido entonces pierde color e intensidad y los millonarios jugadores del Madrid levantan otra copa de Europa. Más.

La unión hace la fuerza y los aficionados de ambos equipos, del Barca y del Alavés, finalistas este año en la Copa del Rey, se pusieron de acuerdo para pitar al unísono el himno nacional español ante la hierática presencia, de gesto adusto e impenetrable, del monarca. Está bien que en el fútbol haya unanimidad entre dos equipos rivales y no se den de yoyas, arbitrariamente, al acabar el partido, con independencia de quién se lleve la copa a la vitrina de los vencedores. Que siempre son los mismos, los equipos millonarios que atesoran en su haber más estrellas Michelín. El deporte rey del talón y de la pasta es muy aburrido, salvo el verde moqueta no hay color, aunque tenga muchos hinchas un poco masoquistas, que están condenados a sufrir por sus colores. Quizás es que hay copas que no se deberían tomar. Lo excepcional, lo que verdaderamente nos debe preocupar es el grito de unidad, que se dió en el campo, en contra de la unidad territorial.

Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. El ya clásico eslogan de que 'Hacienda somos todos', que no sabemos a ciencia cierta, si alguna vez fue verdad, de ser cierto, se ha quedado obsoleto, algunos más que otros. Cristiano Ronaldo ha hecho público su deseo de querer irse del Madrid y abandonar, de paso, España. El crack está enfadado, indignado, se creía a salvo hasta entonces. El olimpo de los dioses del balón estaba limpio de recaudadores, pero Hacienda ha alcanzado las azules alturas celestiales. Mientras, el club le rinde apoyo incondicional, con su presidente Florentino a la cabeza, que se jacta de haber hecho con dinero el mejor equipo de fútbol del mundo.

No sé por qué razón veo Expediente X. Hay tanto fantasma con sábana blanca por ahí fuera suelto, que no merece la pena perder el tiempo viendo series en la tele. El tiempo es oro y de pequeño, si escondías un diente tuyo debajo de la almohada, el ratoncito Pérez te traía de premio al alba presto unas monedas. Florentino Pérez es el presidente del Real Madrid, que es el club de fútbol más blanco y más limpio porque es el más rico del fútbol del mundo mundial. Externamente blanco en un fondo interior negro es Florentino. Que va a ayudar al PSG a fichar a Neymar alargando el plazo por el pago de otro jugador, inmensamente más barato que el del Barsa, Jesé, que le compró con calderilla (25 millones) al Madrid. Neymar cuesta la friolera de 200. Caldereta, claro. El caso es joder.

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