Montera picona

Se han celebrado las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, ganadas holgadamente, ya que sacó más de una cabeza de ventaja, al miedo al boicot en las calles, de sus inmediatos opositores, por el imperioso presidente Nicolás Maduro. Imperioso me refiero en cuanto a la furia que pone al hablar en los actos públicos, a sus gestos y ademanes. No a que guarde su figura relación alguna con el caballo de Jesús Gil, también de nombre Imperioso. Una broma de mal gusto. Nada tienen en común Marbella y Venezuela, aparte, claro está, de la belleza. En este país la democracia se ha visto reforzada en las urnas a pesar de las mentiras desde afuera (la prensa hegemónica internacional) y el exceso de violencia opositor dentro. El pueblo confía en la Constituyente y esta no puede fallar ni defraudar al pueblo venezolano.

Mientras los patinadores hacen sus pinitos, para evitar ser mordidos por la boca en forma de medio tubo eólico, en una exhibición en Avilés. A Postigo el del Montepío y al líder minero José Ángel Fernández Villa, este último, también especialista en patinaje artístico para obstruir la acción de la Justicia, les caen la del pulpo. Lo tienen más negro que el carbón en el 'Caso Hulla'. Al parecer catorce empresas pagaron, sin piedad, 2,79 millones en mordidas que fueron a parar al bolsillo de estos dos sinvergüenzas. Al entramado de empresas a través de las que, supuestamente, se desviaron también fondos públicos. No es que presuma yo ahora de ser un intuitivo buen observador, ni hacer leña del árbol caído, pero nunca me cayó bien la cara de este tipo, Villa.

El vídeo no sólo mató a la estrella de la radio, sino que también acabó con la letra que se lee. Una imagen vale más que mil palabras, aunque haya versos que son cantos musicales, como los de Bécquer, o prosa que está más viva que la propia vida, como la de Cela o Capote. Todos anhelamos retratarnos, cada uno a nuestra peculiar manera de ser, ya que, dicen, que en la variedad está el gusto, viendo a nuestros actores preferidos, los payasos actuales de la tele que estos días se pasean por el mercado de Moreda de Aller. ¿Quién quiere casarse con mi hijo? Depende, señora o señor, o viceversa, de quien sea su hijo. Si únicamente va vestido con calzón y liguero y montera picona al concierto por la oficialidad de el asturiano. Entonces, va a ser que no.

Le molesta al Partido Popular la existencia de lo público salvo para que pague por sus sueldos y salve el hundimiento de los bancos. Denuncian al consejero de Educación de Cifuentes, por prevaricación, en el cierre del instituto público madrileño Pérez Galdós. Es probable, que de saber esto, el insigne, temblaran los restos del fantástico escritor realista en el cementerio de La Almudena. Ojos que no ven, corazón que no siente, pero qué poco corazón tienen estos sujetos del PP. Al parecer, el proceso de cierre se ha realizado con una velocidad vertiginosa para que los padres no pudieran reaccionar ante la Consejería de Educación. Según dice, la portavoz de la Asociación de Padres y Madres, la directora del centro forzó a los menores para que rellenaran un documento para elegir otro centro el año que viene y que con el cierre también se suprime un aula para atender a alumnos con necesidades especiales. Misericordia.

Las ratas han demostrado siempre tener una extraordinaria capacidad para la supervivencia. Se crecen, te enseñan amenazantes sus dientes, si la ocasión lo requiere, para hacer así frente a la adversidad. Al expresidente de la Comunidad de Madrid, el prenda Ignacio González, ahora en la cárcel, que tenía su armario atestado de secretos inconfesables, no paran de sacarle trapos sucios. "Le dije 'limpia como Paquirri' y cambió a todo Dios". Conversación de Ignacio con el empresario Enrique Cerezo refiriéndose al recién estrenado ministro del Interior Juan Ignacio Zoido. González, el 'Paquirrín' del Partido Popular, buscaba influir sobre distintas personas públicas para que le favorecieran en los procesos judiciales que tenía en curso. En dos palabras, im-presionante, que diría el torero-filósofo Jesulín de Ubrique.

"Cuanto peor, mejor para todos. Y cuanto peor para todos, mejor. Mejor para mí el suyo. Beneficio político". ¿Han entendido algo? Pues miren ustedes, la frase o trabalenguas la pronuncia, en la moción de censura, el señor presidente del Gobierno en un idioma que no es Arameo, ni parece tampoco abducción o señal estelar extraterrestre. Claro, no debemos olvidar, que estamos hablando de un presidente de Gobierno español, de cómo resume Rajoy, improvisando, la estrategia política de Podemos durante el dabate de la moción de censura. Rajoy, que se dirigía en su idioma singular a Pablo Iglesias y el de Podemos ponía cara de no haber entendido nada. Al menos que nuestro presidente traiga el discurso escrito, si sabe leer y escribir. Además de cacos, analfabetos.