A Enrique Fernández de la Villa (in memóriam)
Días pasados nos ha dejado nuestro muy querido amigo y mejor tertuliano Enrique.
Aunque ya desde algún tiempo no acudías a la tertulia de la cafetería La Lira por tu enfermedad, siempre te tuvimos presente en ella, recordando lo mucho y lo bueno que aportaste y de la que eras cofundador.
Cuando en nuestras reuniones comentábamos cosas de la actualidad española, tú esperabas a que interviniéramos todos para que mostráramos nuestro parecer, pero todos esperábamos tu última palabra, que estábamos seguros que nos dejaría a todos contentos, ya que coincidiría con tu ponderada opinión.
Siempre te echamos y te echaremos de menos en nuestra tertulia. ¿Quién fue Enrique Fernández de la Villa? Un funcionario ejemplar e iniciador del Mutualismo Laboral en Asturias.
Cuando alguien preguntaba o necesitaba algo del Mutualismo Laboral, siempre había alguno que le decía: «Vete y pregunta por Enrique, que él te lo solucionará todo». Y, efectivamente, preguntaba por Enrique y él lo acompañaba para que resolviera sus problemas y se marchaban muy contentos por el trato recibido por Enrique.
Luego fue funcionario e iniciador de la residencia de pensionistas de Santa Teresa de Oviedo, y si en el Mutualismo dejó una huella imborrable, en la residencia de pensionistas la superó.
Ayudaba a todos que, por sus ya muchos años y necesidades, acudían a él solicitando su ayuda, y siempre estaba allí Enrique para ayudarlos, para aconsejarlos y muchas veces para tener una conversación con ellos, que tanto se lo agradecían.
Más tarde, por enfermedad, tuvo que dejar la residencia de sus amores, pero no por ello dejó de seguir haciendo el bien a todos aquellos que a él recurrían.
Siempre con buen humor, siempre con una sonrisa, atendía a todos los que acudían a él, haciéndose acreedor a todas las bendiciones, aunque siempre decía: «Si yo no he hecho nada», aunque lo había hecho todo.
Querido Enrique, nos hemos quedado sin tu presencia física, pero siempre estará con nosotros en «tu tertulia», y desde el cielo, donde estamos seguros te tendrá ese Dios bueno que tanto amaste, ruega por nosotros para que, un día, volvamos a reanudar nuestra tertulia.
Hasta entonces, recibe nuestro más cariñoso abrazo.
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