Cambio climático a tener muy en cuenta
Sol, calor y playa, además de un excelente trato a los turistas, está siendo la combinación perfecta que ha catapultado a nuestro país hacia un claro liderazgo turístico en época estival. No obstante, si las nefastas previsiones que se ciernen sobre la cuenca mediterránea se confirman, el cambio climático puede que frene bastante el idilio turístico ibérico que se está disfrutando este año.
Ciertamente, en lo sucesivo nadie querrá acercarse a nuestras latitudes para padecer temperaturas propias de la península arábiga que obliguen a resguardarse de los sofocantes calores aunque sea en zonas climatizadas. Con el cambio climático pues, España no solo perderá su liderazgo turístico, sino gran parte de su inmenso potencial agrícola como consecuencia tanto de la extrema canícula como de la escasez de agua.
Muy recientemente la Antártida ha perdido el mayor iceberg de la historia, varias poblaciones españolas registran grados de calor récord. Devastadores incendios forestales arrasan grandes superficies de arbolado. Se registran cambios bruscos de temperatura y, en luna misma semana, se puede padecer una granizada y excesivos calores. Llueve menos y cada vez más frecuentemente de forma torrencial.
En definitiva, más que disfrutar del verano, pasaremos a padecerlo y será entonces cuando lamentemos no haber hecho nada para frenar el "jaque" climático que nos viene encima.
Para algunos solo son casualidades. Para otros, la demostración palpable que el cambio climático está aquí y se acelera.
Es un hecho constatado que la temperatura media anual en el mundo ha aumentado un grado desde los tiempos de la revolución industrial. En la última conferencia sobre el clima celebrada en París, se planteó como objetivo que de aquí a final de siglo solo suba un grado y medio más, con las consecuencias que tal aumento tendrá. Pero para nada se han fijado los medios para conseguirlo.
Aquí, en España, el problema no forma parte del debate social ni de las reiterativas discusiones políticas. El Gobierno anunció una ley de cambio climático, pero se lo ha tomado con calma y la oposición no parece situarlo tampoco entre sus prioridades más urgentes. Como si no afectase de forma muy importante a las condiciones en que van a vivir nuestros nietos, esos que hoy van al colegio.
Por ello, urgen acciones a todos los niveles, desde el posicionamiento exterior a las medidas domésticas, donde hay mucho que hacer, desde la reducción de dependencia de los combustibles fósiles y revertir el frenazo a las energías alternativas, a la gestión del agua como un bien cada día más escaso. Pero lo esencial es situar el problema en el centro del debate político y de la agenda social.
Aunque no lo parezca, nos estamos jugando el bienestar de nuestros descendientes, hijos y nietos.
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