Un templo vivo del franquismo
Las chicas son guerreras, así es que, al grito de "no pasarán", despidieron a pedradas el autobús de HazteOír, de Lena y Asturias para que no diera la murga, o la diera en otro lado. El eslogan, tan difundido por las carreteras españolas de que los niños tienen pito y las niñas tienen vulva, ahora transformado en 'dejad a los niños en paz', no cuajó en nuestra región y el autobús, que venía a informar de la diferenciación morfológica y de lo insano que es dudar, puso pies en polvorosa. Hoy, aunque no lo parezca, las niñas y los niños están muy bien informados, algunos hasta son educados y no se dejan tan fácilmente engañar. Tampoco consienten que, a tan corta edad ya les tomen el pelo. Si les provocan, pueden sacar a relucir sus instintos más naturales y primarios, provocar al provocador un chichón en la cabeza. Precaución, amigo conductor.
¿Quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?. ¿¡Quién!? Ahora al gran hermano, Jorge Berrocal, le ha salido un férreo competidor entre fogones, en el local de Ángel León, más conocido como el 'Chef del Mar', cocinero de moda en nuestro país. El espabilado ha montado un piso patera al lado del restaurante, en Cádiz, donde viven hacinados 16 becarios (stagiers), cumpliendo el empresario su parte del trato: dar alojamiento gratis a sus aprendices, a cambio de sus manos en la cocina, y así más del 50% del personal. Hasta 22 camas instaladas en una vivienda de 198 m², con cinco habitaciones y tres baños, en el casco urbano, donde viven rebozados como una croqueta 16 jóvenes procedentes de Perú, México, Japón y también de España. En buena sintonía y buen rollo multicultural. Oigan.
Hoy más que ayer, pero menos que mañana, que puede ser ya tarde. Hay que tomar medidas urgentes contra los parásitos. Creíamos que tenían su hábitat únicamente en la política, donde se mueven como pez en el agua. Pero el gusano se ha extendido también por las pescaderías de los más grandes y pasotas almacenes de alimentación. Anisakis, que así es el complicado nombre con el que le bautizaron, aunque en principio nos suene a nuevo fichaje del Sporting, no es así. La práctica cada vez más extendida de destripar los pescados en alta mar y arrojar sus vísceras al agua (otros peces se las comen y se infectan, propagándose así el parásito) causa la contaminación. La ley lo permite y el pescadero, vendido el cebo, no está obligado a devolverte el dinero. Un inspector de Sanidad, declara en una reciente entrevista desconocer el negocio de la venta, a precios bajos, de pescado con parásitos.
En plena N-lV. El dos caballos se agarra al asfalto. Llevamos ya unos cuantos kilómetros a cuestas. Desfiladero de paredes abruptas. Parque Natural de Despeñaperros. Si asomas la cabeza por la ventanilla el desnivel, casi vertical que ves, te afloja hasta el nudo de la corbata. Apartas la mirada. Tragas saliva. "Tengo sed, ¿y tú, qué tal lo llevas?". "Como tú, quizás, peor. Aparco y tomamos algo en ese bar de carretera para refrescarnos, ¿te parece?". Mi amiga y yo, yo delante, para que el burro no se espante, empujamos la puerta, entramos en bar "Casa Pepe". En la barra, me fijo en que el camarero que viene a atendernos lleva un polo azul con la bandera pegada de España. En aquella época nada especial, un polo que lucía en los escaparates de las tiendas, que la gente (poca) lo llevaba por las calles. Aquí, lo extraño, es que no se trataba de una elección personal de aquél, porque todo el personal del restaurante iba uniformado con idéntico polo. Giro la cabeza hacia mi amiga, y el mosqueo ya es total. Su mano tapa la boca conteniendo la risa, con la otra, la diestra, me señala la pared: Una foto gigantesca del caudillo empapela 1,2,3..., todas las paredes; banderas de España con el escudo y el águila por botellas y paredes; flechas rojas sobre fondo negro de Falange. Un auténtico templo vivo del franquismo, con las puertas abiertas al público, a cuyo difunto propietario PP y C's honran con una placa y una calle.
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