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El marqués de Comillas y su obra social

31 de Agosto del 2017 - Ricardo Luis Arias (Aller)

La explotación minera en Asturias creo que se remonta a mediados del siglo XIX, teniendo su mayor arraigo e importancia en las cuencas del Nalón y el Caudal, hasta entonces paradisiacos y bellos lugares de un grandioso y profundo medio rural, virgen e intacto, que se remontaba a la noche de los tiempos. Ello supuso una irrupción violenta y pérdida de esa virginidad territorial que nuestro Armando Palacio Valdés, con vehemencia y ardor literarios, defendió con su novela “La aldea perdida”–todo un “best seller” en su tiempo–, que es un canto hermoso al medio rural, a la aldeína, a sus gentes y su vida sencilla y pacífica que el carbón vino a cambiar por completo. Paz y silencio, destruidos por el trepidar de las máquinas y las explosiones de la dinamita. Y esta paradoja: ayer, el carbón acabó con aquella aldea de Palacio Valdés. Hoy, la falta de ese carbón está acabando con la vida e importancia de las aldeas y pueblos mineros. Bueno, carbón siguen teniendo en sus entrañas estas dos cuencas mineras, pero el Gobierno ha dado cerrojazo a su explotación.

En nuestra cuenca del Caudal, cabe destacar dos empresas importantes en la explotación minera: La Sociedad Hullera Española, Minas de Aller y Fábrica de Mieres, ésta con una buena siderurgia, además. Por cierto, que las dos fueron creadas por dos nobles: la primera por un marqués y la segunda por un conde. Ejemplares ambos, que dieron vida, trabajo y riqueza, sobre todo a Aller y Mieres. Del marqués de Comillas ya nos hemos ocupado aquí, en LA NUEVA ESPAÑA, al tocar el tema de su poblado minero de Bustiello, famoso y restaurado hoy, pero incompleto mientras no restauren también la estatua del marqués de Comillas (sucia y abandonada, con residuos aún de pintadas políticas, que quitaron con sacrificio las buenas gentes de Bustiello, siempre en defensa de su querido poblado) y su sanatorio, que ya había sido restaurado por el Ayuntamiento de Mieres, pero como no se le dio vida ni contenido, se cerró y nadie lo cuidó, vigiló o atendió, los amigos de lo ajeno terminaron saqueando y arrasando el edificio que está hecho una ruina. Que no parece importar a nadie. Vergonzoso.

Importante y ejemplar ha sido la obra social y humanitaria del marqués de Comillas en su Coto Minero de Aller y Mieres, como lo fueron la construcción de unos soberbios colegios en Ujo y Caborana, para niños y niñas, impartiendo enseñanza en ellos, Hermanos de la Salle y Hermanas Dominicas, con sus capellanías y capellanes, una Academia Mariana en esta última localidad allerana; en Boo, tres escuelas, una regentada por Hermanas Dominicas y las otras dos por maestros. En Bustiello, además del poblado, su templo, con su capellán y una escuela para niños, cuyo profesores eran también hermanos de La Salle; las niñas, como ya hemos comentado aquí, tenían su escuela en el edificio del sanatorio, en el que las Hermanitas de la Caridad compaginaban la educación con el cuidado y atención del personal hospitalizado en dicho centro, que llevaban dos médicos, uno el director del mismo. Y en Ujo, el marqués de Comillas, además de los dos colegios citados, mandó construir una academia de Música –las ventanas tenía la forma de una lira– y en ella se formaron buenos instrumentistas, todos ellos trabajadores de su empresa. Allí se creó una banda de música que se hizo famosa, habiendo intervenido en conciertos y certámenes, llegando en un provincial de bandas de música de la provincia, celebrado en Oviedo, a conseguir el segundo premio. El primero fue para la banda de la capital.

Ejemplar labor social, humanitaria, cultural y recreativa la de don Claudio López y Bru, López de Lamadrid y Lassu, marqués de Comillas, con cuya ejemplaridad se ve que quiso lavar la imagen de su padre, Antonio López, primer marqués de Comillas, que, de un simple emigrante, amasó un fortunón en Cuba como un traficante más de esclavos. El título de marqués le fue concedido por el entonces rey de España como gratitud por poner sus barcos a disposición de la Corona para una precipitada evacuación de las diezmadas y vencidas tropas españolas que quedaba en Cuba, isla caribeña de la que nos fuimos sin honra y sin barcos. Los de nuestra Armada, que fue igualmente vencida por la norteamericana del Tío Sam, astuto y ladino, que allí echó luego el ancla de su influencia e intereses comerciales y políticos.

El cómo liquidaron la obra social y educativa de marqués de Comillas los “mandamases” catalanes que le siguieron es tema que veremos aquí en otra ocasión, si se nos da licencia para ello.

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