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Escolarización libre para nuestros hijos

21 de Enero del 2010 - Alberto Hevia Fano (Oviedo)

Doy contestación a la carta publicada en su periódico el pasado 15 de enero que hacía referencia a la educación especial que se imparte en los colegios públicos y privados de la región. Allí se vertían juicios de valor negativos contra los centros concertados que, según aseguraba la citada misiva, se aprovechan de los padres al estar masificados. Yo estimo que estos colegios están normativamente concurridos y si lo están es porque hay un respaldo del colectivo de padres hacia sus métodos de trabajo. Lo de masificados es una apreciación personal que depende de un estado de ánimo y, por tanto, carente de objetividad. La calidad de la docencia se mide –entre otras cosas– por ratios curriculares internos y por los resultados en las aulas, no por interpretaciones especulativas hechas desde la calle de enfrente.

No sé si la señora Álvarez es consciente de que, además de criticar a estos centros educativos, está cuestionando también la honorabilidad de un buen número de profesionales de la docencia. Un grado de valoración peyorativa que no me representa a mí ni a la generalidad de los familiares que seguimos de cerca la evaluación individualizada hecha por estos especialistas a nuestros hijos.

La señora firmante es muy libre de enviar a su hijo al centro que le merezca más confianza, pero sin poner en tela de juicio la profesionalidad de quienes ejercen su función laboral en otros ámbitos académicos. Para los que entendemos que estas personas desempeñan su trabajo muy dignamente, consideramos que las opiniones aludidas constituyen un ejercicio de discriminación. Tal parece que le ofendiese la libre elección sobre la escolarización de estos alumnos.

Concluyo con el final de la carta, donde nos aconseja proporcionar cariño a estos niños especiales, otorgándoles mimos y cuidados. Le agradezco sus comentarios, pero le aseguro que ese capítulo es consustancial al papel de progenitor. Lo que sí me permito sugerirle es sensatez, que no parece estar en todos los manuales familiares. Alejemos a nuestros hijos de la manipulación, los prejuicios y el resentimiento. Inculquémosles respeto, por ejemplo, al trabajo de los demás. Hagámosles independientes, no excluyendo a ningún sector de la sociedad sea del credo que sea. ¿No estamos pidiendo integración? Empecemos por aplicarla como padres.

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